"Me siento, a veces, triste como una tarde del otoño viejo; de saudades sin nombre, de penas melancólicas tan lleno...". Estos versos de Manuel Machado en su poema Melancolía nos conectan con el sentimiento sombrío y desolador que invade a algunas personas con el otoño. Los recuerdos del verano se desvanecen y las largas jornadas laborales ya se han abierto camino.
Todo ello nos afectará de forma diferente. Para la mayoría, será una adaptación que produce cansancio y desgana. La pereza pasará e incluso se puede disfrutar de los placeres otoñales. "Series y mantita con mi chica", son los de Juan, que sufrió de Trastorno Afectivo Estacional (TAE), nombre clínico de la versión más grave de las palabras de Machado.
El psiquiatra Norman Rosenthal definió la depresión estacional como un patrón recurrente de cambios anímicos y conductuales que suceden en determinadas épocas del año remitiendo en otras.
Lo más habitual es que se presenten en otoño y desaparezcan en primavera, aunque también existe la variante veraniega. Afecta a entre el 1% y el 10% de la población y es más frecuente en mujeres.
La edad media de aparición está entre los 20 y los 35 años. Es más común en lugares con poca luz solar, pero hay otros factores que influyen como la dieta o la genética. Los síntomas son los de la depresión mayor: cansancio y dificultades para levantarse de la cama; no disfrutar de las cosas; reducción de la capacidad de concentración y ausencia de ganas de mantener relaciones sociales. Pueden aparecer sentimientos de culpa e ideación suicida. También un deseo intenso por comidas altas en carbohidratos y aumento de peso. Puede causar un enorme sufrimiento por lo que es esencial reconocer los síntomas para pedir ayuda lo antes posible.
CAUSAS
Se cree que la causa del TAE es la baja estimulación lumínica producida con la reducción de horas de sol. Su disminución puede ocasionar una reducción en la actividad hipotalámica que aumentaría los niveles de melatonina (hormona segregada al dormir) generados por la glándula pineal, provocando un desajuste en el ritmo de sueño-vigilia. De igual forma, se reduciría la serotonina, neurotransmisor vinculado al bienestar. Así como la caída de los niveles de vitamina D (asociada a la luz solar) que previene la depresión.
Estos cambios cerebrales son susceptibles de generar estados de tristeza y apatía que pueden llegar a convertirse en un TAE si su intensidad menoscaba la calidad de vida. La fototerapia, la psicoterapia y la farmacoterapia son las vías de tratamiento para abordar este trastorno.
Sal a que te dé el sol o compra una lámpara de luz brillante (10.000 lux) y exponte a ella durante 15 minutos. La psicoterapia ayuda a abordar los pensamientos negativos a la vez que a estimular conductas proactivas para la curación. Por su parte, los antidepresivos equilibran los niveles de serotonina.
Pero, si en las tardes de otoño la tristeza te invade, haz una lista de aquellas cosas que te hacen disfrutar de la vida. En palabras de Bécquer: "¡Qué hermoso es tras la lluvia del triste Otoño en la azulada tarde, de las húmedas flores el perfume aspirar hasta saciarse".
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