El burro más célebre de la literatura universal celebra su centenario.
El protagonista de Platero y yo,
pese a su edad, permanecerá siempre "pequeño, peludo, suave; tan blando
por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos", tal y
como reza el inicio de la obra del poeta español, de lectura obligada en
todos los colegios de España e Iberoamérica. Es por eso que su arranque
evoca en mucho recuerdos lejanos. "Sólo los espejos de azabache de sus
ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y
se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas,
las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente:
“¡Platero!" y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se
ríe...", describió el poeta en este libro, uno de los más traducidos en
de la literatura universal.
Platero y yo, un clásico de
la literatura española del siglo XX, es, según el Instituto Cervantes,
todo un ejemplo de prosa poética modernista. Dedicado por Juan Ramón
Jiménez A la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y claveles,
describe la amistad y el cariño entre un viejo y su burrillo, una
relación en la que se funden la alegría, la pena y el agradecimiento. Es
un libro que entra en lo profundo del alma humano, un libro bueno no
sólo para niños, sino también para mayores..
Muchos son los actos que conmemorarán hoy el centenario de Platero y yo.
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, descubrirá hoy una placa
conmemorativa de los 100 años de la primera edición de la obra en la
sede de la Fundación Mapfre, situado en el Paseo de Recoletos, 25.
Además, varios artistas también rendirán homenaje en varias disciplinas a
esta obra icónica creada por Juan Ramón Jiménez en 1914.
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