CUENTO DE NAVIDAD
Era Navidad. Por la mañana le había regalado un ramito de flores, a él le gustaba ver cuando ella recibía el obsequio aquella mezcla de alegría y ternura que se reflejaba en su rostro. Aquel día bailaban en su lengua muchas palabras cariñosas, tiernas alusiones a la bondad y blandura de corazón de su compañera. Pensaba que la vida es hermosa cuando dentro de la vorágine en que se vive se logra hacer un remanso de paz y amor para meter en él a toda la gente que quería, ella incluida la primera, y poder disfrutar de ese mundo acotado e invulnerable, un mundo tierno y sencillo construido para ellos solos.
Él había querido muchas veces sin expresar ni a la persona amada ni a la vida su loco anhelo, vuelto a toda esperanza, sufriendo en la soledad las amargas e inútiles contracciones de su ambicioso corazón.
Tenían sus ateridas caras muy juntas y por la calle obscura, fría, no deambulaba nadie. Desde la taberna cercana se levantaban gruesas voces de un borracho emocionado desafinando hermosas canciones de amor. Entre susurros él le dijo que creía en ella y ella respondió que le era imprescindible en su vida.
Se fueron abrazados caminando lentamente entre las callejuelas solitarias de Cadalso. En la distancia se le oyó a él preguntar entre susurros: -"¿No es cierto que no volveremos a pasar una Nochebuena separados?"
Todas las cenas de Nochebuena, cuando acaricia a sus hijos y toma lenta y suavemente la mano de su mujer, sin saber muy bien por qué, recuerda aquel ramito de flores silvestres que le regaló en Cadalso una lejana Navidad…
(Inspirado en la novela Aún es de Día, de Miguel Delibes)
Miguel MORENO GONZÁLEZ
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Precioso. Felicidades Carlos, para ti y los cadalseños, especialmente para todos los ausentes.
ResponderEliminarSanantonera.