viernes, 24 de marzo de 2017

un poco de historia...




                 LUIS MARÍA DE BORBÓN Y VALLABRIGA






        Luis María de Borbón y Vallabriga, nació, sin rango especial alguno y apellidado Vallabriga de acuerdo con la Pragmática de su tío el rey Carlos III, el 22 de mayo de 1777 en el palacio de Villena (cuyos planos dibujó en su época Ventura Rodríguez) de Cadalso de los Vidrios, ahora provincia de Madrid y entonces provincia de Toledo, fue bautizado en la iglesia de Nuestra Sra. de la Asunción por el cura-párroco Don Francisco Antonio de Irigoyen. 

Era nieto de Felipe V e hijo del infante Luis Antonio de Borbón y de Doña María Teresa de Vallabriga. A su padre le correspondía la sucesión al trono tras la muerte de su hermano el rey Carlos III (en su época se impulsó las fábricas de vidrio cadalseñas, de ahí el apellido de Cadalso) pues el hijo de éste, el futuro Carlos IV, había nacido y se había educado fuera de España, con lo que se colocaba en la línea sucesoria detrás de su padre. Carlos III trató de primar a su hijo y a sus descendientes, por lo que promulgó la mencionada Pragmática mediante la cual eliminaba de la sucesión a todo infante que no se casara con persona de sangre real y no admitiendo el matrimonio del infante con ninguna princesa.

                                Escudo de Luis María de Borbón y Vallabriga


 Su padre, el infante Luis Antonio, muy inclinado a la belleza, primordialmente femenina, buen vividor y ya con 50 años y ante la perspectiva de quedarse soltero y sin descendencia, contrajo matrimonio morganático y quedó por tanto fuera de la línea sucesoria, perdiendo sus descendientes el derecho a llevar el apellido Borbón, según contemplaba la citada Pragmática.
En 1775 se enamoró perdidamente de la hija de un  capitán de caballería aragonés, una joven de 17 años, muy guapa, María Teresa Vallabriga y Rozas, cuando la vio correr alegremente por el campo persiguiendo a una mariposa. A don Luis Antonio, que había formado colecciones relacionadas con la Historia Natural, esa semejanza de aficiones le impresionó grandemente y realizó el primer y único gesto de rebelión de su vida: se casó con ella en 1776, en Olías del Rey (Toledo), en contra del parecer de toda la parentela, encabezada por el soberano. Renunció al capelo cardenalicio por amor y por un deseo íntimo e inconfesable de huir de honores no conquistados, de fiestas no disfrutadas y de los deberes de la Corte.
Después de la boda pasaron a residir al Palacio de Villena de Cadalso de los Vidrios, allí les nació su hijo Luis Maria. Los servidores del palacio trataron de modo altanero a los vecinos del pueblo (un incidente con la mujer de su maestro de caza) y éstos acabaron apedreando el palacio y forzando a la familia a buscar un nuevo emplazamiento (hay que ver como se las gastaban ya entonces nuestros queridos paisanos), optaron entonces por trasladarse en 1779 a Arenas de San Pedro (Ávila). Durante este periodo cultivó sus aficiones de coleccionista de libros y mariposas, sus gustos musicales y sobre todo su entusiasmo por la relojería. Vivieron rodeados de artistas de la talla de Boccherini, Ventura Rodríguez, Goya… Pensando en su esposa no quiso renunciar a la exquisitez de tener a su lado como compositor de cámara y violonchelista a Luigi Boccherini ni al placer de dejar una imagen verídica y viva de sí y su familia. No por vanidad, sino porque percibía que había algo en las almas y en las relaciones de sus familiares, allegados y servidores que era preciso recoger para transmitirlo a la posteridad, no como testimonio de glorias y honores, sino de humanos acuerdos y emotivos desgarramientos. Una alegoría de la vida, en suma, necesitada del espejo sincero de un pincel que no se fijase en las formas, sino en la verdad interior. Su amigo Floridablanca le recomendó en 1783 a un artista para la realización de un proyecto de cuadro de familia. Francisco de Goya intuyó en la mirada de Don Luís la fiebre de un temperamento intenso, cálido, apasionado; tamizado por la dulzura, la emoción, la turbación del amor, la equivalencia de los destinos humanos, la igualdad de los seres ante la muerte, la soledad y el miedo a la finitud de las cosas, rasgos que fueron captados de forma conmovedora en el retrato que dejó el insigne pintor.



Juramento de D. Luis Mª de Borbón Vallabriga de las cortes constituyentes en S.Fernando (Cádiz) el 24-09-1810, por José Casado del Alisal

Su padre muere el 7 de Agosto de 1785 y el rey Carlos III encomienda la educación de los hijos de su sobrino al arzobispo de Toledo. Luis María fue trasladado al palacio arzobispal y sus hermanas tomaron los hábitos en el monasterio cisterciense bernardas de Toledo, todo ello con objeto de evitar la descendencia de esta rama de la familia Borbón. Los jóvenes Vallabriga fueron creciendo lejos de su madre, que tardó siete años en volver a verlos. Luis María sintió desde muy joven inclinación por el estado sacerdotal. Fue educado por el culto cardenal Lorenzana y vivió alejado de la corte hasta que el matrimonio de su hermana, María Teresa, con Manuel Godoy vino a lanzar su carrera. Tras tomar las órdenes sacerdotales fue investido, en 1793, arcediano de Talavera, y al año siguiente fue autorizada su sucesión en el condado de Chinchón, titulo que cedió a su hermana María Teresa en 1795. Era un joven culto, educado y de espíritu liberal, pero de acentuado carácter sombrío, débil y melancólico; más parece el prototipo de algunos cadalseños actuales. Será consecuencia del agua, del propio pueblo o de ese aire que nos acerca y nos aleja de forma caprichosa por laderas, trochas, veredas, senderos, atajos y caminos reventados todos ellos de tristezas y ternuras que nos llevan entre recovecos a buscarnos a nosotros mismos.
        En 1797 la reina Maria Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, deseosa de mantener al querido Manuel Godoy bajo su órbita y apartarlo de su amante oficial, Pepita Tudó, urdió la boda del favorito con la hermana de Luis María, María Teresa. Tras la boda, celebrada en El Escorial el 11 de septiembre de 1797, una lluvia de cargos y de honores comenzó a caer sobre los hermanos Vallabriga. El 4 de agosto de 1799 fueron elevados a grandes de España de primera clase, en marzo de 1800 Luis María fue nombrado arzobispo de Sevilla, en junio del mismo año les fueron reconocidos el uso del apellido Borbón y de las armas de la casa real, Luis María recibió la orden de Carlos III y su madre y hermanas la de la reina María Luisa y en diciembre Luis recibe la mitra toledana con sus ricas rentas, fue designado también Marqués de San Martín de la Vega y nombrado gran canciller de Castilla y consejero de estado.

        En octubre de 1800, a los 28 años, Luis María recibe de Roma el capelo cardenalicio, con el título de Santa María Della Scala, que ya había llevado su padre. Su ascensión es festejada en Toledo con mucha pompa. Toda la ciudad se engalana y Goya que había pintado por primera vez a Don Luis a la edad de seis años (este cuadro ha sido adquirido por el Gobierno de Aragón y restaurado recientemente en el Museo del Prado), vuelve a pintarlo cuando se pone la púrpura cardenalicia: hace la glorificación de un príncipe de la Iglesia. Copia de este cuadro se halla en la Iglesia de Cadalso de los Vidrios. Así mismo, según investigaciones efectuadas por nuestro paisano, J.L. Acuña, también en Cadahalso se programaron tres días de fiesta en 1801.

                               Luis Mª. de Borbón, retratado por Goya

El 17 de marzo de 1808 estalla el motín de Aranjuez que conduce al encarcelamiento de Godoy (cuñado de Luis María) y a la abdicación de Carlos IV (su primo y funesto rey). Su hermana María Teresa, ve la oportunidad de abandonar a su esposo Godoy tras muchos años de humillaciones, deja a su hija Carlota (a la que detesta) con los depuestos reyes y se traslada a Toledo junto a su hermano el Cardenal.

        El 2 de mayo de 1808 se inicia el alzamiento popular contra los franceses, el 10 de mayo Fernando VII (nefasto rey como su padre, ¡cuánto atrasaron a España elementos como éstos!) abdica a favor de Napoleón de forma humillante y se vio obligado a reconocer al rey José, hermano de Napoleón. Entre mayo y junio, sin autoridades legítimas, el pueblo asume el ejercicio de su soberanía mediante la creación de las Juntas Provinciales, que se ocuparon de dirigir y organizar la resistencia al invasor. En julio las tropas del general Castaños vencen en Bailén y en agosto recuperan Madrid, los franceses pierden en todos los frentes. El 25 de septiembre de 1808, delegados de las Juntas se reunieron en Aranjuez y decidieron asumir el poder, con el nombre de Junta Central Suprema y presidida por el conde de Floridablanca. En noviembre Napoleón llega al frente de un importante ejército y durante 1809 ocupa toda la península a excepción de Cádiz (protegida por la armada española y británica). Luís Maria y su hermana Maria Teresa huyen de Toledo a Andalucía con la comitiva de la Junta Central y toman parte activa en los acontecimientos liberales.

        A principios de 1810, ante los fracasos militares, la Junta Central convoca elecciones de diputados a unas nuevas cortes y se disuelve dejando un Consejo de Regencia constituido el 29 de enero y presidido por el obispo de Orense. El 24 de septiembre de 1810 se constituyen, en Cádiz, las nuevas cortes, donde tras la misa del Espíritu Santo oficiada por el cardenal Luis María de Borbón, la regencia le cedió, a las Cortes, el destino del país. Allí se dictaron numerosas leyes de corte liberal, Luis María firmó el histórico decreto de abolición del Tribunal de la Inquisición.

      
El 19 de Marzo de 1812 las cortes aprueban la Constitución, en la que debería sustentarse toda la vida del país, empezando por el rey. El 7 de agosto de 1812, el obispo de Orense, presidente del Consejo de Regencia, se niega a acatarla y es expulsado del país. Luis María siendo el único miembro de la familia real en suelo español, fue reconocido regente del reino hasta el regreso de Fernando VII. Durante 1812 y 1813 las tropas francesas pierden prácticamente toda la península y el 11 de diciembre de 1813, Napoleón reconoce la pérdida de España y firma el tratado de Valençay con Fernando VII, reconociéndole como rey de España. El 6 de enero de 1814 se instaura en Madrid un Consejo de Regencia integrado por el cardenal Luis María de Borbón y dos generales. Las cortes, con mayoría conservadora, deciden reunirse en Madrid el 14 de enero de 1814, no aceptando el tratado de Valençay, ni a Fernando como rey hasta que jure la Constitución.

        El 24 de enero de 1814 Goya dirige a los regentes una instancia solicitando ayuda económica para “perpetuar, por medio del pincel, las más notables y heroicas hazañas contra el tirano de Europa”.


 Luis Maria de Borbón, a la sazón Regente del Reino, se la concede y así comienza la historia de dos de los más notables y famosos lienzos de Goya: el que representa el ataque de los mamelucos en la Puerta del Sol, conocido bajo el titulo de El Dos de Mayo y Los Fusilamientos del Tres de Mayo, con la representación de la matanza de la Moncloa.


          Fusilamientos del Tres de Mayo y Carga de los Mamelucos, por Goya

       

El 22 de marzo de 1814 Fernando VII retorna a España y desafiando las ordenes de la Regencia se trasladó a Valencia donde el 14 de abril recibe el apoyo armado del general Elio y un documento firmado por 70 diputados realistas, inmortalizado como “Manifiesto de los Persas”, recomendando la supresión de la Constitución.
       
“Señor: Era costumbre de los antiguos persas pasar cinco días de anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias, les obligase a ser más fieles a su sucesor…”

        También acudió a Valencia el Primer Regente Luis María con instrucciones expresas de no rendir acatamiento al rey hasta que jurase la Constitución. Fernando le recibió en Puzol y, pese a la dilación del cardenal en aceptar la autoridad real, el soberano le exigió con gesto imperioso el besamanos, le obligó a acatarle como rey sin previas condiciones. Sólo con un ritual, sólo con una orden se enterró la labor de seis años.
       
“La mañana del 13 de mayo llega el impresentable Fernando VII a Madrid. Entra por la puerta de Atocha y se detiene en la de Alcalá, de los arcos cubiertos de rosas penden dos grandes cuadros de Goya, encargados por el regente Luis María de Borbón: el 2 de mayo en Madrid y los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, el 3 de mayo de 1808. Se detiene el monarca a admirar las pinturas por un momento, luego continua el paseo triunfante, en su tétrica carroza negra.”

        El 4 de mayo de 1814 se dio el golpe de estado con que Fernando VII recuperó el poder absoluto. Días después detiene a la Regencia, excepto al cardenal Luis María (presentado como leal al rey, pero obligado a retirarse a Toledo y a renunciar al arzobispado de Sevilla y a sus rentas) y a 24 diputados liberales seguidas de las denuncias y detenciones de liberales y afrancesados, vuelve a instaurarse el Tribunal de la Inquisición y comienza la primera de las dramáticas emigraciones de carácter político que caracterizarán a España desde entonces. Con todo ello, de forma lamentable, se empezaba a perder en España uno de los numerosos trenes de la historia a los que hemos llegado tarde por culpa de unos incapaces de ver la realidad y atisbar el horizonte. Los principales culpables de esta ignominia fueron los reyes Carlos IV y Fernando VII, absolutistas y déspotas iletrados, con sus camarillas de sinvergüenzas y aduladores interesados. Aparentemente nuestro paisano, Luis María, fue una víctima propiciatoria de aquella situación tan penosa.

        Un gobierno tan inadecuado condujo a la proliferación de pronunciamientos y conspiraciones (Espoz y Mina el 25/09/1814, Porlier el 18/05/1815). Finalmente el teniente coronel Rafael Riego hace capitular el 7 de marzo de 1820 a Fernando VII, quien tuvo que jurar la Constitución de 1812. El 9 de marzo se constituye una Junta Provisional Consultiva, presidida por el cardenal Luis María que ya había publicado una pastoral favorable a la Constitución. Luis María fue, durante el trienio liberal, presidente de la Junta Provisional de Gobierno y consejero de estado. Su muerte en Madrid el 18 de marzo de 1823 le ahorró, seguramente, la represión y el castigo del rey tras la restauración del absolutismo. Unos meses después, el 7 de abril de 1823, entran en España los cien mil hijos de San Luis, mandados por el Duque de Angulema y enviados por la Santa Alianza: Francia, Prusia, Austria y Rusia, reponiendo el orden absolutista.


        Luis María de Borbón fue enterrado en la sacristía de la Catedral de Toledo, en un bello sepulcro neoclásico de alabastro, labrado en Roma en 1824 por Valeriano Salvatierra, Escultor de Cámara honorario por entonces.
Luis Maria de Borbón

        Y esta es una breve semblanza de nuestro paisano Luis María de Borbón y Vallabriga, al que se me antoja que quizá no se le ha dado en Cadalso la relevancia que por su trayectoria merece y que la historia de España sí parece reconocer y no olvida su delicada y comprometida labor en pos del incipiente, por entonces, liberalismo español. Unos cadalseños sensibles a su recuerdo crearon una “Asociación Cultural Luis María de Borbón” de efímera existencia. Su labor fue muy notable, altruista y entusiasta pero las circunstancias locales acabaron aburriendo a sus abnegados componentes. Sería interesante que iniciativas como la descrita surgieran de nuevo y tomaran un protagonismo que serviría de adecuado y necesario contrapeso a esa política tantas veces impermeable a la realidad.
                                  
          Palacio de Villena de Cadalso de los Vidrios (Madrid).
                             Aquí nació Luis María de Borbón


Recopilado y adaptado por:
 Miguel MORENO GONZÁLEZ


FUENTES: 
Los Borbones (Arlanza Ediciones).
Diversas páginas de Internet.
Libro Cadalso de los Vidrios, de Antonio Box Mª. Cospedal

                                                ---------------------------------------------


4 comentarios:

  1. Bueno, este es diferente. He aprendido algo de historia y he disfrutado leyéndolo.
    Pepe

    ResponderEliminar
  2. Muy buen trabajo, Maestro, además de interesante. Como de costumbre te vistes la toga de, como decía mi abuelo, abogado de pleitos de secano para hacer justicia a la memoria de un importante personaje de nuestra historia. Y es que así de mezquina ha sido siempre esta España, ingrata y miserable con sus mejores hijos.
    Un abrazo. Luis C.

    ResponderEliminar
  3. Excelente trabajo de esta otra faceta de cronista de la historia nacional, que no por conocido, me ha resultado menos interesante.

    ResponderEliminar
  4. ¡Es una tesis doctoral!
    Diego Mª.

    ResponderEliminar