martes, 2 de julio de 2013

cartas al blog....




ETAPA CICLISTA INFANTIL



     Me parece que los niños de mi generación vivíamos más en la tierra y por ello admirábamos a los ciclistas, esos hombres bajitos y con el rostro muy trabajado por los vientos de frente. Actualmente los niños exigen héroes voladores y ya no se emocionan con las hazañas en cuesta de unos seres con piernas torcidas y que mean desde la bicicleta. Los infantes de ahora necesitan experiencias más fuertes que aquellas que les puedan ofrecer unos hombres que usan las piernas como motor y el pecho como desafío a lo imprevisto.



     En mi infancia, los ciclistas, llamados gigantes de la ruta, aunque casi todos eran bajitos y con permanentes lágrimas en los ojos por culpa del aire y la falta de gafas -que antes no había gafas deportivas-, eran auténticos ídolos. Estoy hablando de Anquetíl, Poulidor, Gimondi, Van Looy, Merchx, Ocaña, Gomez del Moral, Gandarias, Janssen, Simpson, Zootemelk, Thevenent y José Manuel Fuente, mi ídolo personal. En fin, auténticos campeones.



     Los finales de etapa los veía por la tele, ya de vacaciones recién estrenadas, tumbado en el suelo sobre una manta para aprovechar mejor el fresco de las baldosas y con olor a ese "Fli-Fli" que aniquilaba sin compasión a las moscas, particularmente pesadas en aquella época del año, y con la persiana bajada, porque la abuela decía que así se veía mejor la televisión, aunque a los cinco minutos ella estaba dormitando.



    Las gestas de los grandes ciclistas en las calurosas tardes de verano nutrieron mis fantasías infantiles. Soñaba con ser protagonista en solitario de una gran escapada y llegar destacado a meta después de subir varios puertos durísimos. Al anochecer lo que quedaba de aquel sueño lo derramaba junto al agua de una cantimplora sobre el asfalto dibujando los nombres de mis ciclistas favoritos. ¿Imaginan algo así los chicos de ahora?



     Los ciclistas, aunque no sean como los míos, excepción hecha de Perico Delgado, son para mí los restos del naufragio de mi infancia con sabor a chocolate Dulcinea y sueños de héroe.
Quizá monto ahora en bicicleta para ir al encuentro de los restos de aquellos sueños. Y es que no sólo la fuerza física mueve la bicicleta, también, como en la vida, la fuerza de los sentimientos, que se me antoja se enseñorean fundamentalmente de los que no llegan
a meta o lo hacen fuera de control. 

                                     Miguel MORENO GONZÁLEZ



(Dedicado a todos los participantes en la Ruta del Vino y en el Premio del Granito)

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1 comentario:

  1. Qué recuerdos me despierta tu "escritito", Miguel, con esos nombres que nos hacían imaginar, soñar. Más de una vez, en la carretera que desde Rozas lleva hasta el Hoyo, me sentí Eddy Merckx, nada menos, mi ídolo de siempre, mi héroe. Para nosotros, los de la Plaza, Julio, Tour y televisión tienen unas connotaciones, unos sitios y unas personas concretas, a saber: carreras ciclistas con chapas en el Venero o en la Plazoleta, la casa de mi amigo Laureano, la paciencia la tía Laura, su madre, soportando, a la hora de la siesta, nuestra presencia y nuestros apasionados comentarios. Fueron tiempos muy bonitos, inolvidables, felices, que tu precioso relato me ha hecho evocar. Gracias, Miguel.

    Un abrazo. Balta

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