miércoles, 1 de abril de 2009

las aves insectívoras


Beneficios de las aves




Mantener el equilibrio biológico natural en los montes mediante la utilización de todos aquellos recursos biológicos que la propia Naturaleza nos ofrece de forma espontánea, es posible.
Las aves insectívoras, cuya acción dentro del equilibrio del monte, como reguladores del fenómeno plaga es bien conocida, ha sido uno de los grupos animales entomófagos más estudiados. Algunas de estas aves como los "picapinos" o pájaros carpinteros construyen los nidos con sus potentes picos; los herrerillos, carboneros, trepadores, agateadores, colirrojos, papamoscas, etcétera, son trogloditas, es decir, utilizan los huecos naturales que se producen en el tronco y ramas gruesas de los árboles para nidificar y para protegerse de las inclemencias atmosféricas o de la acción depredadora de sus enemigos naturales.
La importancia de estas aves está claramente reflejada al estudiar los estómagos de Páridos en los que se hallaron grandes cantidades de orugas de Tortrix viridiana o Catocala sp. entre otros, o en orugas de Thaumetopoea pityocampa (Procesionaria del pino) en sus primeros estadios, muy frecuentes en los insectívoros estudiados en otoño-invierno. Se ha llegado a estimar que la cantidad de insectos consumidos por una pareja de estos pájaros en un año puede ser hasta de 5 Kg.
Por cierto tenemos todo el pinar de Cadalso, Cenicientos, etc.., infectado de nidos de orugas y hace años que no se tratan ????, menos la zona del Venero, que por el polvo de las Canteras no cría la oruga (menos mal que algo bueno tiene la contaminación a favor del pinar.

Estos resultados son demostrativos de la utilidad de estas aves en el mantenimiento del equilibrio biológico natural en el monte, lo que justifica por sí mismo la colocación de nidos artificiales en masas arboladas. Estos nidos suplen con éxito la carencia de huecos naturales, lográndose así un incremento generalizado en las poblaciones de aves insectívoras , su estabilidad y permanencia en el ecosistema forestal, con el consiguiente beneficio que ello representa en la lucha contra insectos nocivos.

USO DE LOS NIDOS

Los nidos se emplean en las campañas de protección de aves insectívoras, mediante el fomento de sus poblaciones a través de la Instalación de nidales.







La utilización de nidos está muy generalizada, entre Sociedades Conservacionistas, Grupos Ecologistas, Universidades, Escuelas de Profesionales, Ayuntamientos, Centros Educativos, Campamentos estivales, Aulas de la Naturaleza, Asociaciones Juveniles y en general cualquier particular interesado, sí como para poder continuar estos trabajos en los montes del Estado administrados por el organismo Autónomo de Parques Nacionales u otros organismos de la Administración. COLOCACIÓN DE LOS NIDOS No existen normas fijas sobre la orientación más adecuada que ha de tener el orificio de entrada al nidal, ya que depende de cada ubicación concreta. La orientación saliente o mediodía son las más usuales, deben rechazarse aquellas orientaciones expuestas más frecuentemente a los vientos dominantes, tormentas o cualquier otro agente atmosférico desfavorable. Los nidales deberán ser colocados suspendidos de una de las ramas del árbol, nunca adosados al tronco, evitando que su parte inferior roce con ramas o ramillos, con el fin de dificultar algunos enemigos naturales de las aves puedan introducirse y destruir huevos o pollos.
Con objeto de evitar deslizamientos es aconsejable instalarlos entre las ramillas secundarias de una rama o en una horquilla.
La altura de ubicación parece indiferente en cuanto a la ocupación de los pájaros, aunque para evitar manipulaciones de curiosos, en los lugares públicos se recomienda elevar la instalación del nidal hasta unos 4-5 metros del suelo como mínimo.
La época más adecuada para proceder a su instalación es la del otoño tardío, ya que así podrán ser utilizados por los pájaros como resguardo en los días invernales, y al estar ya familiarizados con su presencia en el arbolado, serán aceptados con facilidad para nidificar en la primavera siguiente.


Carlos A.

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