Cuando pasen muchos años
Cuando pasen
muchos años y nada quede de nuestra vida, por este mismo cielo azul celeste
cadalseño seguirán pasando los jilgueros y las nubes blancas; el mar lejano
continuará batiendo su mismo
rumor en una playa dorada , nacerá un perfumado día
de primavera y otro desolado de otoño; brotarán flores nuevas en el jarrón de
casa y la ligera brisa del amanecer estremecerá a los enamorados. Los felices
descubrirán que la risa es el perfume de la emoción y las lágrimas su sabor;
las mariposas brillantes y multicolores continuarán danzando en este mismo rayo
de sol y, sin embargo, nadie nos recordará.
No seremos nada, definitivamente nada
de nosotros permanecerá en un recuerdo. Nadie sabrá si fuimos malos o buenos,
ricos o pobres, alegres o tristes, críos o adultos, creyentes o ateos, ni
siquiera sabrán si nuestra vida fue bella o vulgar. Sólo continuará cabalgando
enamorado por estas tierras Don Quijote con su bondad a toda prueba y con todo
su melancólico y utópico amor intacto a flor de piel. Porque todo es cuestión
de mirar lejos, de pensar largo, de sentir auténtico… Como Don Quijote.
Aquí, en Cadalso, otros hombres y mujeres tejerán sus ensueños
mientras el resplandor de sus hermosas promesas seguirá incendiando el
horizonte, acariciarán sus nobles ilusiones, endurecerán su ánimo de lucha,
seguirán amando y sonriendo, olvidarán y perdonarán. Cuando pasen muchos años,
quizá lean estos escritos y sabrán que estuve por aquí y, a lo mejor, se
emocionarán con ellos como me emocionaba yo de niño cuando me leían ante la
lumbre cuentos infantiles las noches de invierno.
Únicamente
entonces sabrán que alguien pasó por Cadalso para no volver...
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Muy bonito, maestro. Realmente, si hay algo que nos pone en nuestro sitio, que nos hace ser conscientes de nuestra insignificancia, es el tiempo y su caminar inexorable. Durante el tiempo que duran nuestras vidas vamos adquiriendo recuerdos y, después de la muerte, es el mismo tiempo el que se ocupa de borrarnos de los recuerdos de los demás. Hasta el que se cree más importante entre sus iguales, primus inter pares, cae víctima del olvido. Y pobre del que no se dé cuenta de ello.
ResponderEliminarUn abrazo. Luis C.
La fugacidad de la existencia, a pesar de lo que solemos creer, expresada de forma sutil, emotiva y bella y al fondo, como no, más aún en estas fechas, la sabiduría y las enseñanzas de Don Quijote. Y es que, como dice la canción, al fin y al cabo, solo somos "un hálito de viento..."y, pese a todo, qué importantes e imprescindibles que nos creemos...A la postre, el tiempo lo cura todo y seremos lo que hayamos sembrado.
ResponderEliminarBello "escritito", miguel, como siempre. Un abrazo.
Balta
El tiempo.. esa corriente impetuosa que nos arrastra inclemente desde la fuente clara hasta el oscuro mar de la nada.. Vaya tema..
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