Una vez más, y como ocurre de manera inexorable por estas fechas
año tras año, el último domingo de octubre -o sea, mañana- diremos adiós
al horario de verano para dar la bienvenida al de invierno.
Dicho en términos numéricos, atrasaremos una hora nuestros relojes: las
03:00 serán las 02:00. Y como sucede cada vez que llevamos a cabo esta
acción, son muchos los que se cuestionan si todo ello sirve para algo.
¿Realmente tiene sentido el cambio de hora?
Pues como todo en la vida, hay opiniones para todos los gustos. Uno
de los argumentos que defienden los que están a favor de esta iniciativa
es el supuesto ahorro de energía que conlleva. El Instituto para la
Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) cifra dicho potencial
ahorro en unos 300 millones de euros. Otros, sin embargo, lo ponen en
duda.
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