lunes, 23 de agosto de 2010

La bonita historia de un pino salvado...

Pino silvestre...


EL PINO SILVESTRE, Pinus Silvestris L.


Este viernes día 20, hicimos una ruta hasta la bola del mundo ya que hacía excesivo calor para aventurarnos hasta la maliciosa. La intención de todos era dar una buena vuelta por las agrestes laderas pero yo tenía una oculta que era a la vuelta visitar estos hermosos pinares repletos de excelentes ejemplares de pino albar o silvestre. Este pino a mi parecer es quizá el mas bello de todos los pinos existentes, puede llegar hasta 30 ó 40 m de altura permitiendo fantasear a sus ramas con el paisaje que se retuercen en busca de luz como si construyeran rarísimas arquitecturas. En algunas laderas se adivina con su observación la dirección del viento que termina por despoblar la cara norte de sus ramas. Tiene un sistema radicular muy potente con la raíz principal excepcionalmente penetrante en suelos profundos y muchas raíces secundarias que le aseguran una firme sujeción al suelo, así que por mucho que sople el viento rara vez logra tumbar alguno.


La corteza es bastante delgada y anaranjada en la parte superior. Por cierto esta corteza se desprende en láminas transparentes y membranosas y he buscado en los mejores libros de Don Juan Ruiz de la Torre y de Don Andrés Campos e incluso del señor López Lillo y no he logrado averiguar la causa de este fenómeno tampoco lo logré hablando con diversos ingenieros de bosques. Parece ser que todos ignoran la razón por lo que me atrevo a pediros que si alguno sabéis el por qué tuvierais la amabilidad de comunicármelo. Las hojas de este pino viven en el de 2 a 3 años y el polen que producen sus flores masculinas suele ser de tal abundancia que al desprenderse producen lo que se denomina (lluvia de azufre).


Uno de los más llamativos de la sierra de Navacerrada es el denominado Pino de la Cadena. No sólo por su tamaño algo mas grande que los que le rodean sino por su historia que aunque seguramente muchos conocéis os la resumo para los que no la hayan oído.
En el verano de 1924, Don Ricardo Urgoitiz, director del diario El Sol, se encontraba pasando algunos días en el chalet que el club alpino español poseía en el ventorrillo cuando vinieron a avisarle de la muerte de su padre. Don Ricardo, hombre de costumbres metódicas tenia entre ellas la de pasearse entre estos pinares y realizar un descanso para leer recostado en un pino de su gusto. El regente del albergue Isidro Jiménez sabía que lo encontraría allí y fue el mensajero de la triste noticia. Por caprichos del destino este pino acababa de ser señalado para su corte. Don Ricardo a pesar de su dolor (o a causa de este) no lo quiso permitir: localizó al maderista, le compró el ejemplar y dispuso que se ciñera alrededor del tronco una gruesa cadena con unas letras a modo de epitafio (A tu querida memoria 1840-1924). No es preciso decir que le estaba dedicando a su padre un símbolo de larga vida, un ser vivo con sus ciclos reproductores, sus ansias de sol y su carne de madera. Como dice Don Andrés Campos: ¡Que antiguo misterio es la sociedad de los árboles y los muertos!.




Si alguna vez pasáis por la estación del ventorrillo no dejéis de visitar este precioso ejemplar situado al mismo borde del camino, si apoyáis vuestra mano en su tronco disfrutaréis de un soplo de paz y os invadirán placenteras emociones.

Un saludo KARRAS.



Bienvenido a casa de nuevo Karras.....¡

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