dice el refranero español que:
El que quiera ver viña vieja convertida en moza, pódela con hoja...
Será a finales de febrero o principios de
marzo cuando considera que es el momento adecuado para podar; una vez pasados
los rigores invernales las yemas ya se encuentran un tanto pujadas y no se
puede demorar más la poda.
Con el invierno llega el frío, las heladas y la nieve en las cumbres
cercanas. Las viñas se deshacen de las hojas que las han resguardado de los
soleados días de verano para dejar que el agricultor marque el camino del año
siguiente.
Aprovechando todas las horas de sol cada una de las cepas se va podando y
desenredando los sarmientos que lucen desafiantes.
La poda es la labor más importante que el agricultor realiza para la
regulación, gestión y equilibrio de la planta. Con ella controlaremos la
producción de la cepa hasta encontrar el equilibrio perfecto entre plata, suelo
y clima.
Y es el agricultor a través de la poda, quien educará y dará la
forma a la planta durante sus tres primeros años para conseguir una adaptación
plena de la viña al terreno hasta que esta alcance su madurez.
Regulará el desarrollo vegetativo frente
al productivo con el fin de conseguir el equilibrio que dará como resultado una
maduración perfecta...
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