miércoles, 14 de enero de 2015

Cosas de antaño...






Una trébede, un fuelle y unas tenazas de cocina. Un puchero, una lechera y una sartén: La casa de la abuela.  







Una cacerola sobre el fogón junto a una lumbre inmensamente roja y gozosa, encima está la repisa de la chimenea llena de pequeñas sorpresas extraídas de los roscones las frías y esperanzadas noches de Reyes y, a la izquierda, según entrabas, un banco de madera donde a media luz reposaba el abuelo oyendo pasodobles con el transistor pequeño pegado a la oreja, es: La casa de la abuela. Infinitas miradas de bondad inolvidables, besos y caricias que acabaron siendo vitales para ella y tantas partículas de amor emitía que más de una estrella vive en el cosmos ?como nosotros vivimos aquí abajo- gracias a su maravilloso influjo.
 Una pequeña bodega con una tinaja mediana y otra chica llenas por fuera de apuntes con tiza blanca, un desván grande y melancólico con aperos de labranza bruñidos por el sol cadalseño, una mesa camilla con faldillas marrones y brasero en el portal, es: La casa de la abuela. Infinitas miradas de bondad inolvidables, besos y caricias que acabaron siendo vitales para ella y tantas partículas de amor emitía que más de una estrella vive en el cosmos ? como nosotros vivimos aquí abajo- gracias a su maravilloso influjo.



  Recuerdos, utensilios, vivencias y amores los recogió su nieta Nieves y los reencarnó en sonrisas y alegrías en: La nueva casa de la abuela. En un rincón hay un mural nocturno de la Peña Muñana iluminado por una inmensa luna llena que desprende su reflejo hacia una enlutada muñeca cercana, es una desconsolada alegoría al amor de la abuela. Nieves hace posible que sigamos pasando por La casa de la abuela como cuando ella físicamente estaba presente.




 En esta nueva casa nos reunimos las mujeres y los hombres bohemios, románticos y un poco raros para conocernos mejor a ritmo lento de tragos, afectos y melodías que se te cuelan sigilosas por las mismas rendijas que se te filtra el amor en madrugadas de generosa ternura.
Un consejo de amigo: si ves que te encuentras en la vereda de la desolación, procura, antes de que sea demasiado tarde, hacer una parada en La casa de la abuela, comprobarás feliz que habías confundido de manera lamentable la angustia con la alegría, el desencanto con la felicidad, el llanto con la sonrisa? Cuando dejes La casa de la abuela saldrás con tus ojos abandonados a la resaca de la ilusión, con unas manchas de optimismo en el alma y con la certeza de que los buenos corazones siguen latiendo aunque ya estén rotos. Luisa y su nieta Nieves que hacen posible que la fiesta del amor continúe. No te la pierdas, te ayudará a seguir sintiendo.
Es la magia de la abuela...


                                            Miguel MORENO GONZÁLEZ 

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2 comentarios:

  1. Bonito relato de antaño en homenaje a tu abuela y bonitos recuerdos vividos en La casa de la Abuela (antiguo monigote). Buen trabajo de Carlos A.González. Paquitopirata

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  2. Recuerdo cuando se abrió en Cadalso aquel famoso garito "el monigote"
    Que tiempos aquellos.

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