Cartas al blog...

LOS VENCEJOS PRIMAVERALES DE LAS VENTAS VUELAN CON MARIANO ROJO

 

A la salida de los toros tomamos cervezas en animado coloquio en un bar cercano a la plaza. Todos los años, por San Isidro, los vencejos inundan Las Ventas de vuelos, cabriolas y cantos. Siempre los veo por la parte alta de la plaza, entre el cielo y las andanadas. Sabedor del conocimiento que tiene mi hermano Justo por las cosas de la Naturaleza, le pregunté aquella noche sobre ellos. “No hay aves de costumbres más aéreas que los vencejos. Sus patas se han hecho tan débiles por el poco uso que, cuando caen al suelo, son incapaces de remontar el vuelo usando sus alas que en comparación con su cuerpo son grandes; pero los vencejos nunca se posan en el suelo, a no ser por accidente, siempre vuelan alto”. Eso me resumió Justo que sabe tanto de pájaros como del escritor Miguel Delibes que fue otra eminencia en la materia.

Verdes, amarillos, morados, blancos y fundamentalmente ROJOS. Estos colores iluminaban el campo de El Escorial (fui allí en bici por la mañana). Esa policromía me tuvo toda la mañana, junto a los cantos de los pájaros, ensimismado mientras montaba mi cabalgadura de aluminio. Y aquella tarde yo llevaba a los toros todo hecho, imaginado, sentido y vivido. Para que fuera real únicamente era cuestión de esperar a que se hiciera presente en la plaza de toros de Madrid, Mariano Rojo.

Y se hizo. Y así aconteció. Y no exageré nada en sueños porque todo se cumplió puntual, telepática y sobrecogedoramente.   

La tarde de la confirmación de alternativa en Las Ventas de Mariano Rojo era de autentica primavera. Un encanto de tarde fue la del día 11 de mayo de 2013. Desde días antes había mucha primavera en las gentes y en el campo y a ésta le dio por invadir la plaza de Madrid. En puridad, creo que la primavera llegó a Las Ventas cabalgando junto a Mariano Rojo a lomos de “Avatar”, “Goya”, “Góngora”, “Séneca”, “Ben-Hur”, “Mozart”, “Azorín”… Yo le decía a Paloma: ¿Hay nombres más bellos para un caballo que los descritos? Es un conmovedor homenaje al genio de esos grandes artistas que sólo alguien con fina sensibilidad podría imaginar.

Revuelo incesante de vencejos, corre una ligera brisa que ellos reparten equitativamente con sus trinos a los espectadores. Presentían la aparición de los rejoneadores en la Puerta de Cuadrillas. Ahí están, como la Puerta de Alcalá. A la izquierda el padrino, Diego Ventura, en el centro el testigo, Leonardo Henández y a la derecha el confirmante, Mariano Rojo. Dentro aguardan los toros de Carmen Lorenzo comandados por “Caracol”. Los morlacos eran en esos instantes una esperanza sin cristalizar, la materia prima para manufacturar en arte.
Reparo que la arena tiene un color raro, algo más obscuro de lo habitual. Al terminar el festejo bajé a comprobarlo. Tomé un puñado de tierra (como hacía cuando niño en la viña del tío “Sordillo” para construir plazas de toros), lo observé y vi una especie de arenisca; mezcla de partículas de vidrio, trocitos de granito-cristal, briznas de vid y algunas caricias. Ahora entiendo conmovido porqué los caballos de nuestro paisano parecían flotar en vez de galopar. No querían mancillar ese mágico compuesto cadalseño que alguien, a escondidas y emocionado, esparció de madrugada sobre el albero venteño. Y es que las cosas de Cadalso, como las de Don Quijote, acontecen a impulsos emocionados y encantados.

Descubrí a decenas de cadalseños aquí y acullá. Su expresión siempre era la misma: de alegría satisfecha. De “Suspiros de España”, como dice mi hija Berta. Más de uno, cuando el alguacil entregaba la oreja del quinto a Mariano, rompió a llorar disimuladamente, bajito, como se duermen a los niños en primavera mientras nos miran sonrientes. A muchos de ellos, de madrugada, los encontré por las expendedurías de licores de la calle de Alcalá (¿dónde si no?), con el pantalón y la falda almidoná. Y siempre la alegría más radiante se reflejaba en sus rostros. “¿Ha estado bien, verdad?”, me interrogaban. Y yo les respondía: ¡¡¡Muy bien!!!, como estaba escrito que tenía que ser. Ha estado muy digno, sobreponiéndose a la presión del momento, clavando seguro y de frente, reuniendo en el sitio, sin falsos aspavientos ni alharacas. Muy firme y confiado en sus posibilidades fue toda la tarde desgranando sinfonías, componiendo versos, lanzando abrazos. Y ellos, al oírme, tornaban a sonreír emocionados, como si en mis palabras encontrasen la confirmación a sus creencias, el respaldo a sus hermosos deseos que venían alimentando de lejos y así se convencieran de que era verdad, que era muy cierto, que no era un sueño, que Mariano Rojo Sánchez, el primer cadalseño en confirmar su alternativa en Las Ventas del Espíritu Santo, ¡que se dice pronto!, había triunfado a carta cabal, a puro huevo, a golpes de corazón. Cuentan que del Hogar salían en estampida dulces sentimientos. Eso me cuentan.

Mi hermano Justo añadió a la explicación que me dio sobre los vencejos: “Al atardecer, los vencejos ascienden cada vez a mayor altura hasta perderse de vista”. Sabe mucho mi hermano sobre pájaros, pero lo que no sabía Justo es que en el atardecer del 11 de mayo de 2013, los vencejos subían. ¡Claro que subían! Pero yo vi que lo hacían más lentos, como si cargaran sobre sus alas a alguien muy querido y venerado. Puse mayor atención y descubrí que una bandada, en perfecta formación, llevaba en volandas al triunfador, Mariano Rojo, hacia el suroeste, donde dicen que habitan los Dioses del Olimpo, hacia Cadalso de los Vidrios lo llevaban. Y contemplé, también, que Mariano extrajo delicadamente de su pecho una medalla y la besó conmovido. Era El Cristo del Humilladero. Y abrazados todos seguían volando y cantando hacia Cadalso. 

Miguel MORENO GONZÁLEZ 

 

 (Para Joselito –in memoriam-, gran aficionado, que admiraba a mi padre y lo decía alto. Seguro que ellos y todos los cadalseños de arriba, también se emocionaron.

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