Por lo que veo, cada vez más puesto en informática. A propósito, tengo unos problemillas de conexión y un ordenador que necesitan un repaso. Igual, tú, en unos ratillos, entre obra y obra, artículo y artículo, reportage y reportage. Yo pongo líquido elemento y suculentas viandas.
Hará un mes que la vida me sorprendió con las magníficas estampas que te envio. Cuando las vi, se me ocurrió hacer un pequeño cuento. Encontré por ahí un pequeño relato popular que se llamaba "La Leyenda del Arco Iris" y con algún cambio, añadidos y cariño, decidí utilizarla en mi cuento. Es decir, te mando un recuento ilustrado. Dice así:
"Hace unas semanas, en un maravilloso día de primavera, tuve un encuentro afortunado. Paseando por la peña con mi amigo Toño me topé con un duende saltarín que estaba loco de contento (o de remate). Corría por las praderas, trepaba a los árboles y como por arte de magia, se mimetizaba detrás de las retamas y de los cantuesos hasta hacerse invisible. Su actitud contrastaba con mi apesadumbrado gesto y, curioso (o cotilla, diría yo), me interrogó sobre los motivos de tan inexplicable estado (para él).
-"Busco la olla", contesté. "¿No la habrás visto tú?".
Un magnífico arco iris coronaba nuestras cabezas y una paleta de colores teñía nuestros cuerpos. Le expliqué que siempre me habían dicho que al final del arco iris encontraría un tesoro y sería rico y poderoso. Que llevaba muchos arco iris buscados, muchos años rebuscando entre la tierra y el mar. Pero nunca había encontrado nada.
Eso si, pese a esa decepción continua, siempre me iba satisfecho, contento, apasionado por seguir buscando en otra ocasión. Y me sentía bien, era más amable, más comprensivo, más solidario. Incluso veía las cosas de otra manera, los colores, las formas, las personas, la música, la tolerancia, el amor. Era un tiempo bonito. Por eso seguía buscando, arco iris tras arco iris.
Bartolo, que así se llamaba el orondo duende, me miró, sonrió y, a la par que de forma circense se tumbó en una rama cercana, dijo:
- Sosiégate y descansa. Voy a contarte algo. Voy a contarte
LA LEYENDA DEL ARCO IRIS
LA LEYENDA DEL ARCO IRIS
Cuentan que hace mucho tiempo los colores empezaron a pelearse. Cada uno proclamaba que él era el más importante, el más útil, el favorito.
El verde dijo: ?Sin duda, yo soy el más importante. Soy el signo de la vida y la esperanza. Me han escogido para la hierba, los árboles, las hojas. Sin mí todos los animales morirían. Mirad alrededor y veréis que estoy en la mayoría de las cosas?.
El azul interrumpió: ?Tú sólo piensas en la tierra, pero considera el cielo y el mar. El agua es la base de la Vida y son las nubes las que la absorben del mar azul. El cielo da espacio, y paz y serenidad. Sin mi paz no seríais más que aficionados.
El amarillo soltó una risita: ?¡Vosotros sois tan serios! Yo traigo al mundo risas, alegría y calor. El sol es amarillo, la luna es amarilla, las estrellas son amarillas. Cada vez que miráis a un girasol, el mundo entero comienza a sonreír. Sin mí no habría alegría?.
A continuación tornó la palabra el naranja: ?Yo soy el color de la salud y de la fuerza. Puedo ser poco frecuente pero soy precioso para las necesidades internas de la vida humana. Yo transporto las vitaminas más importantes. Pensad en las zanahorias, las calabazas, las naranjas, los mangos y papayas. No estoy, todo el tiempo dando vueltas, pero cuando coloreo el cielo en el amanecer o en el crepúsculo mi belleza es tan impresionante que nadie piensa en vosotros?.
El rojo no podía contenerse por más tiempo y saltó: ?yo soy el color del valor y del peligro. Estoy dispuesto a luchar por una causa. Traigo fuego a la sangre. Sin mí la tierra estaría vacía como la luna. Soy el color de la pasión y del amor; de la rosa roja, la flor de pascua y la amapola?.
El púrpura enrojeció con toda su fuerza. Era muy alto y habló con gran pompa: ?Soy el color de la realeza y del poder. Reyes, jefes de Estado, obispos, me han escogido siempre, porque el signo de la autoridad y de la sabiduría. La gente no me cuestiona; me escucha y me obedece?.
El añil habló mucho más tranquilamente que los otros, pero con igual determinación: ?Pensad en mí. Soy el color del silencio. Raramente repararéis en mí, pero sin mí todos seríais superficiales. Represento el pensamiento y la reflexión, el crepúsculo y las aguas profundas. Me necesitáis para el equilibrio y el contraste, la oración y la paz interior.
Así fue cómo los colores estuvieron presumiendo, cada uno convencido de que él era el mejor. Su querella se hizo más y más ruidosa. De repente, apareció un resplandor de luz blanca y brillante. Había relámpagos que retumbaban con estrépito. La lluvia empezó a caer a cántaros, implacablemente. Los colores comenzaron a acurrucarse con miedo, acercándose unos a otros buscando protección.
La lluvia habló: ?Estáis locos, colores, luchando contra vosotros mismos, intentando cada uno dominar al resto. ¿No sabéis que la Madre Naturaleza os ha hecho a todos? Cada uno para un objetivo especial, único, diferente. Ella os ama a todos. Juntad vuestras manos y venid conmigo?.
La Madre Naturaleza quiere extenderos a través del mundo en un gran arco de color, como recuerdo de que os ama a todos, de que podéis vivir juntos en paz, como promesa de que está con vosotros, como señal de esperanza para el mañana?. Y así fue como la Madre Naturaleza usó la lluvia para lavar el mundo. Y puso el arco iris en el cielo para que, cuando lo veáis, os acordéis de que tenéis que teneros en cuenta unos a otros.
Y acto seguido, desapareció Hasta hoy. O hasta el siguiente arcoiris. La próxima vez buscaré dos cosas, por si acaso: a Bartolo y al cofre del tesoro.
F I N
Salud
Un abrazo. Hasta pronto
Felipe Cartas
Bonito cuento.... yo tengo otro de como se formo el Arco Iris.. ponto lo publicaré..
ResponderEliminargracias compi un abrazo..
Felipe Cartas es una persona que reparte su fuerza interior de forma fascinante a todos los que lo rodean Un maravilloso ejemplo de amor a seguir.
ResponderEliminarMiguel Moreno
Me parece precioso y con un final que todos tenemos que tener presente, ya que todos nos necesitamos unos a otros. Gracias por tu escrito y espero poder leer pronto otro de este mismo sentir.
ResponderEliminarLuis Vicens