martes, 21 de octubre de 2014

Ya se recogen las castañas en Casillas....

Pronto tendremos castañas...


 Los calbotes tradicionales! en Cadalso de toda la vida la famosa Calbotá! nos vamos a asar calbotes  al fuego de leña y con la tradicional sartén de hierro con agujeros para asar especial y unicamente las castañas! qué ricas...!


Otoño, cuando este  a punto de acabar el mes de Octubre y como todo el mundo sabe, temporada de castañas...
Auténticos  “Erizos de  árbol” de belleza singular, que transforman el paisaje de los bosques y  llenan nuestras casas de  sabores,  aromas y tradiciones antiquísimas.
Escribir sobre la historia de las castañas en la alimentación es como hacerlo sobre los desheredados de la tierra, esos seres humanos que pasaron por la vida sin dejar huella o recuerdo alguno.
Eso mismo ocurrió con las castañas, que junto al trigo,  fueron  la base de la alimentación de la población europea antes del descubrimiento de América y años después  eran consideradas comida de pobres.  Pasaron a ser consumidas  por las clases humildes y  en los  puestos callejeros donde las asaban (y asan)  a la brasa.  De hecho, hubo un tiempo en que solo se usaban  para calentar  los bolsillos...



Seguramente  sea el fruto seco menos calórico (cinco veces menos calorías que las nueces),estando muy bien  considerado nutricionalmente por su alto contenido energético y vitamínico (Vitaminas B3, E, Fósforo, Magnesio, Calcio, Potasio, Hierro, Acido Fólico, etc)

Yo asocio las castañas a tardes de lluvia otoñales,  mesa camilla, brasero y castañeras en las calles.  Traen consigo el frío,  la ropa de abrigo,  gratos recuerdos de la niñez… y como no,  de otros otoños mas felices.  ¿Apetecen unas castañitas asadas?...

Es este un producto que aunque típico de lugares más norteños, forma parte del día a día de la ciudad durante los meses de otoño-invierno. Así, cuando el termómetro alcanza sus más bajas temperaturas, aparecen los quioscos de chapa con sus bidones de hojalata dispuestos a preparar sus castañas asadas y poder con ellas aliviar un poco el frío reinante. Junto a ellas, debido a la progresiva presencia de extranjeros en la capital, aparecen las batatas y el maíz. 


Estos quioscos descienden de las castañeras que ya en el siglo XIX ofrecían sus castañas provistas del hornillo y el puchero en los típicos cucuruchos de papel de periódico. La mayoría son puestos familiares que han ido pasando de padres e hijos, aunque últimamente va creciendo la presencia de extranjeros. Les puedes encontrar o bien en la plaza de Callao, esquina con Jacometrezo, o bien en la plaza de Isabel II, así como en la calle Mayor, esquina con Postas.

A pesar de que los vendedores deben estar dados de alta como autónomos para poder ejercer su oficio, éste no da para vivir, ya que al trabajarse sólo en temporada, es necesario que dispongan de otra ocupación adicional para poder subsistir. Sin embargo contra lo que se pudiera pensar, parece ser que el negocio no está en declive, ya que se siguen manteniendo más o menos las mismas licencias de siempre.

Según los vendedores las personas mayores suelen ser sus mejores clientes, ya que las han comida toda la vida, mientras que los más jóvenes son los que menos se acercan a sus puestos ya que prefieren la comida basura que les ofrecen las grandes cadenas de la zona.

Aunque no soy un cliente asiduo, sí que me gusta comprar castañas en la calle de vez en cuando, ya que ésas no tienen nada que ver con las que puedes preparar en casa. Te suelen cobrar dos euros por docena, y te las entregan envueltas en su correspondiente cucurucho.  Debías estar atento a las maniobras que hacía cuando te las echaba, y a pesar de eso siempre era bueno contarlas una vez ya las tenías, para ver si te la había jugado. 
En cualquier caso todos los años las asamos en la lumbre de la casa de Cadalso y además procuramos no perdernos la Fiesta de la castaña en Casillas... que si mal no recuerdo será a primeros del mes de noviembre...cosa que ya confirmare en el blog... 
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A pesar de casos excepcionales como este, para mí este es un negocio que me gustaría permaneciera vivo en nuestras calles, ya que me trae recuerdos de cuando era niño, y además estos puestos son una de las muchas estampas que le dan su encanto a ese otro Madrid....

por cierto en las Rozas y Casillas:


pues mal funcionaran los bares....
 entre no fumar y no coger castañas....

digo yo.....¡¡¡¡¡

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algunas fotos de castañas recogidas del blog Mitología Asturiana.. Marisa

http://leyendesasturianes.blogspot.com.es/

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