viernes, 5 de octubre de 2018

cartas al blog....






LA CARA AMARGA DEL AMOR



     La mañana amaneció primaveral pero con ese calor que presagia el inminente verano. Rodrigo se refrescó y miró en el espejo donde examinó los estragos que el tiempo iba ocasionando en su rostro. En ese instante le sorprendió la idea de que Noemi sintiera atracción por él. Ella era simpática, guapa, culta y muy agradable al trato y él, por el contrario, era lo que puede decirse un conflicto permanente. Se ilusionó pensando que algo positivo tendría cuando ella decía quererle.



     Aquel día estaba optimista gracias a la llamada que la noche anterior le hizo Noemi. No obstante, hubo frases que no entendió muy bien. Ella estaba algo nerviosa y le citó para hablarle esa misma tarde. Él no consideró que esa llamada llevara aparejada mensaje negativo alguno.



Cuando apareció, la sola contemplación de su cara le confirmó que la noticia sería desagradable. Instintivamente puso en marcha un mecanismo de defensa mil veces meditado para afrontar situaciones adversas. Ella fue lacónica a la vez que rotunda cuando le comunicó su decisión de acabar con aquella relación. Rodrigo sintió que un sudor angustioso recorría todo su cuerpo empapándole de decepción; de nada sirvió su cacareado mecanismo de auxilio que le dejaba indefenso ante ese demoledor e inesperado ataque.




Observó esparcidos por el suelo infinidad de trocitos relucientes de amor rotos como si de un espejo se tratara. Su expresión también se rompió mirando lo que imaginaba como restos de una batalla de amor intensa y gloriosa que Rodrigo, una vez más, había perdido. El perdedor, razonó, recibe siempre los filamentos agudos e hirientes de amargura que van a clavarse, cuentan, en el corazón y le deja a uno desmadejado y, fundamentalmente, con cara de gilipollas.



Rodrigo pensó en susurros que el dolor se convertía en ese preciso momento en el máximo protagonista de su historia de amor y reconocía que querer a veces también es llorar. El amor edificado sobre los residuos dolientes de otro amor es el más ingrato, el más desleal de todos los amores, concluyó.



     Al marcharse, ella dejó una estela de besos con olor a jazmines que él supo rebrotarían en esas noches nostálgicas que hacen del amor una caricia inolvidable. Siguió aquel rastro con mirada melancólica animándose a sí mismo y reflexionando que los finales nunca existen. Son inicios pintados con distinto color. 

   



                                          Miguel MORENO GONZÁLEZ

3 comentarios:

  1. Qué puñaladas da el amor. Muy bonito, Miguel.
    Un abrazo. Luis Carlos.

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  2. No es lo tuyo escribir sobre amor ajeno... No te salen las palabras ni del estómago ni del corazón. Pero después de esta crítica te diré que el texto es bonito.
    Chusa Alonso

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