SENTIMIENTOS DE PELÍCULA
Anoche, por fin, acabé de ver la película que tenía grabada, “Vidas Rebeldes”,
creo que se titula. La protagonizan, entre otros, Crark
Gable, Marilyn Monroe y Montgomery Cliff. Para los dos primeros resultó ser su obra póstuma,
al poco de acabar el rodaje desaparecieron físicamente para facilitarnos, me
temo, soñar mejor con ellos.
Es conmovedora, como le gustan a Garci y por
extensión a mí. Vi en su programa, “¡Qué grande es el
cine!”, verdaderas joyas
cinematográficas. De esas que te dejan un regusto imperecedero, que marcan un
poco tu vida futura.
No olvido la del “Jorobado de
Nôtre Dâme de París”, la
primera, la genuina, la auténtica... La secuencia de aquel hombre, jorobado y
de bella sonrisa, columpiándose colgado entre las gigantescas campanas de Nôtre Dâme de París buscando entretener y sorprender a la chica, mientras ella permanece
feliz sentada sobre el pretil del campanario, me resultó de una plasticidad maravillosa e irrepetible. Sus
miradas emocionadas por el amor son una antología del cine, un monumento a la
ternura.
Esas miradas sólo eran comparables a aquella otra mirada que en la
película de “Frankestein” éste le dedica a una niña cuando le alcanza una
flor que navega perdida sobre el río y se la entrega con una reverencia desolada
en su mirada.
Qué decir de aquella otra imagen de “L’Attalante”, cuando un enamorado le ofrece a su
amada vivir con él en una chalupa que surca perezosa el Sena. En un momento de
amor él le dice, metiendo su cabeza en un cubo lleno de agua, que hasta en el
fondo del mismo ve dibujada, temblando, su imagen. Su cara sobrecogida le
chorrea agua y felicidad en dosis parecidas cuando la saca del recipiente para
decirnos de él, con una sonrisa inolvidable, que está viviendo un instante de
felicidad plena. Después, ella le abandonó y él se dejó morir melancólicamente
en un pequeño camarote tapado con una raída cortina. El barquito discurría
suave y a la deriva, perdido entre aquellas tibias aguas que antes estuvieron
enamoradas.
La de
anoche es parecida: Únicamente se besan sus personajes una vez y sin embargo el
amor está presente, latente, durante toda la proyección. Amor en sus miradas,
amor en sus bailes armónicos (no sé bailar pero me agrada ver bailar a los
demás), amor observando las estrellas, amor en las grandes borracheras que
cogen. Amor, amor porque la vida sin amor es una imitación de la vida: una
sarcástica caricatura. Hubo unas frases en las que quizá su auténtico
significado no estuviera en su contenido sino en la manera arrebatada de
decirlas. M.Monroe: “-Nos morimos cada minuto y no
nos contamos lo que sabemos para amarnos más”. C.Gable: “-Lo que me abruma es
saber que todo esto acabará un día”. M.Monroe: “-Soy débil como el ala de un
gorrión recién nacido”. M.Criff: “-Me amarga mi propia vida”. Y le responde
M.Monroe: “-Pero en cambio, albergas mucha sinceridad en tus ojos”. Hay una secuencia en la que están
todos sentados bajo el cielo raso, a la luz de la luna y las estrellas. Uno de
ellos (que es aviador) habla del cielo y los planetas, de su inmensidad. Monroe le
dice: “Qué bonito es tener cultura y saber tantas
cosas”. Y éste le responde
mirando a la lejanía con ojos vidriosos: “-Es mucho
más bonito tener la grandeza que tu tienes y que está por encima de todo: tu
sensibilidad. Cualquier cosa te afecta y te hace llorar y quieres ayudarnos a
ser mejores procurando nuestra felicidad”.
Son
personajes perdedores pero con grandeza humana. Están todo el tiempo al borde
del abismo de su propia desolación sentimental. Uno de ellos implora entre
sollozos: “-¿Qué tengo que hacer para que me
quieran?” Es la vida en
estado puro, sin adornos ni falsas alharacas. La realidad descarnada, brutal y
sobrecogedora de nuestras propias existencias. Siempre nos estamos preguntando,
sin reconocerlo la mayoría de las ocasiones: “¿Qué
tenemos que hacer para que nos quieran?” Existen infinidad de personas que desviven (y a
veces mueren) porque no sienten cercano ese amor que les falta y les resulta
imprescindible para subsistir. Conozco seres humanos para los que su alimento
más preciado es el amor. Igual que hay otros que viven para la envidia, el lujo
o la mentira, permanecen unos pocos “inadaptados”
para los que el amor les resulta fundamental para seguir viviendo.
Se me
antoja que el arte más difícil y maravilloso del cine es la capacidad que
tienen sus protagonistas para conseguir hacer sentir y transmitir sentimientos
a los espectadores. No sé que os parecerá esto, en todo caso son cosas que se
me van quedando dentro, que me irán acompañando durante el resto del camino que
me falta por recorrer. Lo averigüé anoche de sopetón, me vino silencioso y de
puntillas según estaba viendo la película, solo y en penumbras, en el salón de
mi casa mientras iba sintiendo despacito el ligero y suave roce del amor…
Miguel
MORENO GONZÁLEZ
Es una obra de arte.
ResponderEliminarGable
Es difícil no soñar con la rubia.Paquitopirata
ResponderEliminartenéis razón.. es una obra de arte..
ResponderEliminarDos grandes estrellas y una bonita película
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