Amanece un nuevo día en Cadalso y no parece querer abrir para lucir nuestro azul del cielo especial, será porque ayer fue el día de la Madre Tierra y está aun enfadado y con razón con los que habitamos este planeta y lo estamos destrozando poco a poco...
Amemos la Tierra...
¿En qué
momento los seres humanos nos convertimos en los máximos de predadores, en los
destructores por excelencia, en los hijos desnaturalizados que llevamos siglos
asesinando a nuestra Madre? Si, la Tierra, según las especulaciones de los
científicos, tiene más de cuatro mil quinientos millones de años, los hombres
apenas hemos estado sobre su superficie unos pocos segundos dentro del tiempo
cósmico.
Y esa breve pausa ha bastado para que ahora tengamos un planeta que se nos está muriendo día a día, y al que ya jamás podremos recuperar o reconstruir.
Porque todos los seres humanos somos el equivalente al caos, a la barbarie y a la destrucción...
Y lo que nos espera, es mucho peor que lo que ya hemos hecho. Porque seguimos multiplicándonos por decenas de miles todos los días; porque estamos empeñados en perfeccionar los métodos para destrozarnos y acabar de masacrar nuestro propio hogar; porque en esta absoluta locura de maldad y odio en que hemos ido creciendo, inventamos armas químicas, biológicas, nucleares, que sin duda nos borrarán del mundo y dejarán un planeta herido, agonizante, que jamás va a recuperar un amanecer sobre un bosque donde construya la luz el canto de los pájaros...
Oigamos el ruido del agua al correr por los arroyos y no el silencio absoluto de la sequía ...
Y esa breve pausa ha bastado para que ahora tengamos un planeta que se nos está muriendo día a día, y al que ya jamás podremos recuperar o reconstruir.
Porque todos los seres humanos somos el equivalente al caos, a la barbarie y a la destrucción...
Y lo que nos espera, es mucho peor que lo que ya hemos hecho. Porque seguimos multiplicándonos por decenas de miles todos los días; porque estamos empeñados en perfeccionar los métodos para destrozarnos y acabar de masacrar nuestro propio hogar; porque en esta absoluta locura de maldad y odio en que hemos ido creciendo, inventamos armas químicas, biológicas, nucleares, que sin duda nos borrarán del mundo y dejarán un planeta herido, agonizante, que jamás va a recuperar un amanecer sobre un bosque donde construya la luz el canto de los pájaros...
Oigamos el ruido del agua al correr por los arroyos y no el silencio absoluto de la sequía ...
¿Todavía estaremos a tiempo
para frenar la gran catástrofe que hemos propiciado?... Es difícil decirlo; pero
quienes amamos la Tierra y la vida tememos que ya no sea posible. A los países,
y a los extraños seres que los habitan, los mueven la ambición y la estupidez.
Con la primera no se detienen en la carrera de seguir envenenando el planeta en
aras de un mal entendido progreso, y con la segunda no les importa el presente
y, desde luego, mucho menos el futuro...
Despertemos.
Los
Protocolos que se hacen en la Tierra para tratar de salvarla, carecen de valor.
Porque las grandes potencias son las primeras en violarlos, y en hacer mofa de
sus contenidos donde se asoma tímidamente la esperanza. Y lamentablemente, esta
generación, y quizás la de nuestros hijos, serán las últimas que probarán una
ciruela, oirán un ruiseñor entre las ramas de los últimos árboles, y verán
deshojarse desde el cielo que perdimos, la última de las madrugadas.
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