(Para Alvaro y todas sus emociones)
RIVAL DEL SOL
Fuiste a nacer en la habitación caliente de un viejo hospital, en
contraposición al niño aquel de la canción que "...fue a nacer en la
habitación fría de un hotel". Naciste un mediodía caluroso del mes de
Julio, cuando los gorriones buscan entre las ramas de los árboles refugiarse
del calor y los hombres demandan implorantes un poco de comprensión; mediodía
milagroso para tus padres que apareció suspendido sobre un anhelo que nunca
pereció; mediodía con sinfonías de amor desparramándose sobre tu cuna; mediodía
en el que reencontramos las memorias de nuestros momentos más felices; mediodía
que te ampara y te forja al sol de Julio y te hace su rival; mediodía que te
regala peonzas, cromos de colores chillones, indios de goma con arcos y
flechas, chapas de ciclistas que escalan carreteras hechas con nuestras
temblorosas manos sobre la arena a la sombra de una higuera, toreros con la
palma de su mano abierta a guisa de roja muleta y grandes camiones basculantes;
mediodía de juguetes humildes e inmortales; mediodía que ya siempre quedará
bien en el recuerdo…
Tienes piel sedosa y brillante; ojos
hambrientos de vida; mirada que ilumina el mundo con espasmos de ternura; manos
que se hacen lentamente a las caricias; pies con plantas que invitan al beso;
piernas tersas que se sumergen en tus ancestros como las raíces lo hacen en la
humedad; sangre generosa que absorbiste de la tierra que te vio nacer; labios
de terciopelo que chupan biberones con sabor a enamorados paisajes cadalseños;
frente despejada, pecho fuerte, corazón noble e inmenso, espejo de tu abuelo
paterno que nunca te conocerá como tampoco conoció a tus primos.
Ya eres lo que tus padres intuían que
serías: Niño soñado, celebrado y amado; niño de carne, huesos y bondad; niño
abigarrado de soles y cómplices madrugadas; niño de metal y vidrio; niño
querido antes de ser nacido; niño arropado con deseos y lágrimas; niño dormido
al arrullo de conmovedoras nanas que sobresaltan noches calladas; niño que además
de panes trae sonrisas bajo el brazo, niño que irá más allá del mar buscando la
amistad.
Ya te veo corriendo por el huerto de tu
abuelo con pantalones cortos y el torso desnudo, los brazos abiertos y
extendidos dispuestos a ceñirte el mundo en un abrazo sin fin, derrotando lo
peor para recuperar la emoción. Sólo somos emoción, niño; ya verás con el paso
del tiempo que únicamente estamos hechos de emociones. Emociones que nos traban
y se nos enredan como telarañas invisibles en algún lugar entre el alma y los
pies, que nos hacen resbalar por las escaleras de nuestro desván y que,
mientras rodamos, con las manos vamos
palpando -una vez más- viejas y antiguas ilusiones, nuevos y
esperanzados amores…
Miguel MORENO
GONZÁLEZ
Qué niño más guapo y qué mirada más noble. No te equivocaste, no.
ResponderEliminarUn abrazo. Alonso
No creo que el chico albergue nunca la menor duda de que tiene un tío de verdad.. no de los otros..
ResponderEliminarrafael
Precioso escrito a un niño, el que sea, que nace..
ResponderEliminarChusa