UNA
HISTORIA DE ENTONCES
Dice que tiene la impresión
de que sigue aquejado de un ataque de melodrama y que se encuentra en plena
convalecencia. Ésta es una película
erigida sobre una emoción, casi en el aire, casi ante el abismo de la
desolación. Cuenta una historia de amor de una forma sencilla, humana y honrada
o al menos así me lo parece. Es la historia de
Julia, una chica que se va al
campo porque está triste. Tiene una herida en el alma provocada por la pérdida
de su compañero sentimental, tiene un pellizco de nostalgia, tiene recuerdos
que le dan un vuelco al corazón, tiene un muerto pegado a los dobladillos del
alma. Y en el campo se encuentra con gente con la que habla, desayuna, se
ofrecen regalos tan conmovedoramente como se miran y fuman todos sin parar
soltando un humo espeso que describe versátiles piruetas de desaliento. Allí le
llegará el mensaje póstumo de su amante: “Estoy
en tu alma”.
Él también le pide que vuelva a escribir, que abra el segundo
capítulo de su vida y que sea tan hermoso como el primero. Hay dolor pero ella
sabe que de un árbol seco pueden volver a nacer las hojas. Y de nuevo se va.
En efecto,
Julia Felgueroso Bermann va y viene.
Y lo hace a bordo de un Bentley, un
vehículo de lujo que define a su protagonista: Una mujer rica, culta, con clase
y con inquietudes políticas, artísticas y sociales.
Ella realiza un doble viaje: El físico (hasta la mansión familiar campestre “Llendelabarca” en Cerralbos del Sella, Asturias, donde llueve tanto como en sus ojos) y el psicológico (hacia la superación de la pena y la recuperación de su alma.) Una Historia de entonces es la nostalgia entendida como un cofre con cerraduras oxidadas, quizá por las lágrimas derramadas sobre él, que Julia abre para reencontrarse con sus historias pretéritas, sus anhelos, sus años de infancia, su primer amor, su muñeca… tan frágil y cuarteada como ella.
Ella realiza un doble viaje: El físico (hasta la mansión familiar campestre “Llendelabarca” en Cerralbos del Sella, Asturias, donde llueve tanto como en sus ojos) y el psicológico (hacia la superación de la pena y la recuperación de su alma.) Una Historia de entonces es la nostalgia entendida como un cofre con cerraduras oxidadas, quizá por las lágrimas derramadas sobre él, que Julia abre para reencontrarse con sus historias pretéritas, sus anhelos, sus años de infancia, su primer amor, su muñeca… tan frágil y cuarteada como ella.
Es la
posguerra asentada en cualquier pueblo de España,la del cura, el maestro, el alcalde y el guardia civil disputándose todos una botella rugosa de anís El Mono, la España del cine Condestable y la de las Navidades de nacimiento, musgo y pavo que nunca faltan a su cita puntual, incluso en aquellos años.
Cuenta Garci que le surgió todo de una imagen entrevista mientras paseaba
por Beverly Hills, durante su
estancia en Hollywood por la
candidatura al Oscar de El Abuelo.
Vio pasar a una mujer conduciendo un coche de lujo y esa imagen se le quedó
fijada en la retina. Corrían los
primeros días de 1.998. Se preguntó que aspecto tendría y hacia adonde
iría. Después, imaginó una época –finales
de los años 40- y una mujer dirigiéndose hacia un lugar que le devuelve a
la infancia y le hará ver que la vida no siempre es así de amarga y que también
hay cosas y personas maravillosas por las que merece la pena seguir luchando.
La música, el cine y la literatura se convierten en protagonistas colaterales
de la historia principal. Las notas musicales (La Traviata, Turandot, El Murciélago…), los libros de Julia y
del profesor don Orfeo (La familia
de Pascual Duarte, El tablado de Arlequín, Nada…) y las cintas que ve
el niño Juanito en el Cine-Bar España (Sospecha, Encadenados, Tú y yo…) definen personajes y recrean
atmósferas. Enseñan a escuchar, a leer y a mirar a una mujer que absorbe el mar
hacia el interior de su alma en una playa solitaria, aleccionan a un niño que
vuela una cometa y juega al fútbol con chapas y un garbanzo por balón,
instruyen a chiquillos que retozan en el patio de una derruida escuela y
generan gratas pero pequeñas esperanzas, a la gente que asiste con abrigos y
con su piel y su corazón ateridos, a la proyección de películas… La entrada al
paraíso de los sueños despiertos cuesta una
peseta con consumición, película, No-Do
y frío, mucho frío. ¿Hay quien dé más?
Los retratos de Franco y Primo de Rivera
presiden el aula escolar y una imagen del Papa
Pío XI, la sacristía del cura dipsómano don Matías. Las imágenes del cine de aquella época fusionan
perfectamente con el blanco y negro de la película. En realidad toda ella está
dominada por una luz como de enfermedad, una luz como de tuberculosis húmeda y
fatal, una luz como de hospital con heridos reponiéndose después de
devastadoras batallas libradas en la guerra del amor y de la penuria. La
historia está llena de gente que sufre, gente con cicatrices que entronca muy
bien con el obscuro de aquel periodo triste y resignado al desencanto…
Pero ahora, tranquilo, prepárese a disfrutar, penetre al cielo raso y estrellado de la plaza veraniega, tome asiento sobre su silla de anea, compre una tira de números para el sorteo de un jamón y…
¡Comienza la
emoción!
(Enriquecido con declaraciones de José Luis Garci sobre su película You’re The One (Una historia de entonces.)
Miguel MORENO GONZÁLEZ
Qué duro era todo entonces, pero se luchaba por superarlo. Y se consiguió. Gran enseñanza de aquellas generaciones.
ResponderEliminarUn abrazo de Rodrigo.
Nose puede escribir, ni mejor, ni más bello.¡¡¡Enhorabuena, Miguel!!!. Un abrazo
ResponderEliminarBalta
Muy buen relato.
ResponderEliminarMónica
Añoranza, nostalgia, un punto de tristeza... en definitiva, recuerdos. Hasta ellos nos haces viajar con tus palabras.
ResponderEliminarGracias, Maestro.
Luis C. Ruiz
Qué bueno.. A veces la nostalgia viene entreverada con una carga positiva que contagia ilusión y optimismo.. Gracias.
ResponderEliminarrafael
Bonito relato que enseña a vivir con solidaridad y paz.
ResponderEliminarRubén