domingo, 14 de marzo de 2010

Una mala noticia...

Miguel Delibes
EL PROGRESO

Lo que transcribo a continuación es un pequeño extracto del discurso de ingreso en la Real Academia Española, en 1.973, del escritor Miguel DELIBES, y que hoy, se me antoja, cobra viva actualidad.

"...El desarrollo, tal como se concibe en nuestro tiempo, responde, a todos los niveles, a un planteamiento competitivo. Bien mirado, el hombre del siglo XX no ha aprendido más que a competir y cada día parece más lejana la fecha en que seamos capaces de ir juntos a alguna parte. A mi entender, únicamente un hombre nuevo -humano, imaginativo, generoso- sobre un entramado social nuevo, sería capaz de afrontar, con alguna posibilidad de éxito, un programa restaurador y de encauzar los conocimientos actuales hacia la consecución de una sociedad estable. Lo que es evidente, como dice Alain Hervé, es que a estas alturas, si queremos conservar la vida hay que cambiarla.

El hombre tiene sus raíces en la Naturaleza, que es, quizá, la última oportunidad de optar por el humanismo y al desarraigarlo con el señuelo de la técnica, lo hemos despojado de su esencia. Se le arrebata la pureza del aire y del agua, pero también se le arranca el paisaje en el que transcurre su vida, lleno de referencias a sí mismo y a su comunidad, y es convertido en un paisaje impersonalizado e insignificante. Se le amputa, también, el lenguaje que a fuerza de degradarlo lo hemos inutilizado para entendernos.

El éxodo rural es un fenómeno universal e irremediable. Hoy nadie quiere parar en los pueblos porque los pueblos son el símbolo de la estrechez, el abandono y la miseria. Los hombres no hemos acertado a establecer la relación Técnica-Naturaleza en términos de concordia y a la atracción inicial de aquélla concentrada en las grandes urbes, sucederá un movimiento de repliegue en el que el hombre buscará de nuevo su propia personalidad, cuando ya tal vez sea tarde porque la Naturaleza como tal habrá dejado de existir. No es un rechazo a la máquina, sino que por un error de medida ella ha venido a calentar el estómago del hombre pero ha enfriado su corazón. Por esto mis personajes declinan un progreso mecanizado y frío, porque, simultáneamente, este progreso los rechaza a ellos, ya que un progreso competitivo, donde impera la ley del más fuerte, dejará ineluctablemente en la cuneta, a los viejos, los analfabetos y los débiles. Estas víctimas de un desarrollo tecnológico implacable, buscan en vano un hombro donde apoyarse, un corazón amigo, un calor humano.

Lo único que se me ocurre oponer a un progreso cifrado en el constante aumento del nivel de vida es ensanchar la conciencia moral universal. En caso contrario gritaré ahora mismo aquello tan conocido de: "¡Que paren la tierra, quiero apearme!"

Miguel MORENO GONZÁLEZ

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