martes, 19 de enero de 2010

La niebla


La niebla....

No pudo ser. Dejaste que la niebla cubriera nuestros sueños.
Callaron las aves, se durmió el silencio.
Ese silencio en el que tú y yo alimentábamos sueños y dejábamos que creciera, poco a poco, el deseo.
Pero, la niebla se ha hecho perenne, permanece pegada al suelo; crece y se extiende como hiedra cubriendo nuestra piel, llevándose cada día un poco más el sabor que permanecía guardado en el recuerdo.
No pudo ser.
¡Qué poco duran las cosas hermosas! Las vemos crecer y, apenas disfrutamos unos instantes su presencia...
ya comienza su luz a decaer. Como una tarde anticipada del invierno cuando aún perdura la fragancia de la suave luz del amanecer. Como el leve suspiro después de haberse amado...así se muere, a veces, el instante mágico del placer.
De entre esa niebla surge la melancolía que me envuelve toda...y cierro los ojos para poder contemplarte por última vez. Un paisaje de verdor te acoje entre sus brazos y se lleva tu imagen de mi memoria a un mundo de recuerdos en el que, con mimo y con ternura, dejaré que repose, por si algún día la niebla se disipa y te veo, sonriente, aparecer.
Publicado por Lunay

1 comentario:

  1. Siempre, siempre, acaba por aparecer de nuevo el amor. Mientras llega, Lunay, entretengo tu espera acariciando bajo la niebla tu mejilla que apenas oculta tu pelo.
    Miguel Moreno.

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