Discapacidad
capítulo III
Para entender mejor como hemos llegado a que una ley suprema, la constitución, defienda y proteja a los discapacitados, es necesario repasar el camino recorrido. En un par de artículos voy a dar un pequeño repaso a la historia de la discapacidad como realidad social.
La sensibilidad social hacia la discapacidad ha seguido un camino tortuoso y, por lo general, muy penoso para los discapacitados. Normalmente la visión sobre la discapacidad siempre ha sido referida en términos discriminatorios y sin embargo, es consustancial y existe desde la aparición del hombre sobre la Tierra.
En la prehistoria, a medida que las distintas tribus y agrupaciones humanas se movilizaban buscando mejores cotos de caza y después mejores tierras para sus cultivos, los discapacitados que se originaban en accidentes, luchas, cazas o por enfermedades, eran abandonados a su suerte para no entorpecer los desplazamientos del resto de la tribu.
En la Grecia antigua, hace 2.400 años, Esparta practicaba una rígida eugenesia. Nada más nacer, el niño espartano era examinado por una comisión de ancianos en el "Lesjé" (“Pórtico”), para determinar si era hermoso y bien formado. De no ser así, se le consideraba una boca inútil y una carga para la ciudad, llevándole a continuación al "Apótetas" (lugar de abandono), al pie del monte Taigeto, donde se le arrojaba a un barranco. No querían que en su bella y próspera sociedad existieran personas diferentes. Incluso, hasta los tiempos de la aparición de la iglesia cristiana, a fines del siglo II, el infanticidio se aceptaba como una práctica normal para deshacerse de aquellos miembros “no válidos” para la sociedad.
Al paso de los años esta visión fue transformándose, pero sin embargo mantenía una perspectiva maligna sobre las personas “anómalas”, atribuyéndoles durante muchos siglos, causas sobrenaturales (posesiones endemoniadas) para justificar o comprender a estos “seres distintos”. Se les practicaban rituales exorcistas o de sanación espiritual. Mientras tanto, la medicina aún no podía dar referentes científicos acerca de sus patologías.
Durante la Edad Media, la discapacidad era entendida como producto de una posesión demoníaca y consecuentemente, las personas con discapacidad eran quemadas, asesinadas o encerradas. En Francia proliferaron verdaderas fortalezas y ciudades amuralladas en donde se guardaban y escondían a centenares de personas con diferentes tipos de discapacidad. Existen numerosos testimonios artísticos y literarios que corroboran este sentimiento social.
En el siglo XIV, los bebés nacidos con alguna deficiencia, ya fuera física, sensorial o mental, como la sordera, la ceguera, la polio o cualquier otra parálisis física, eran confinados a grandes encierros, en los que eran exhibidos los fines de semana, a manera de espectáculo circense o de gran zoológico. La discapacidad se concibe como una consecuencia divina, un castigo de Dios frente al cual había que resignarse. De esta forma las familias podían divertirse y a la vez, manejando la consciencia social, rectificarían los actos cometidos en el pasado. Se consideraban estos “monstruos” o “fenómenos” como la más grande señal de un castigo enviado por Dios. Los niños y niñas se mantenían ocultos de la sociedad.
El próximo día te contaré más antecedentes históricos de la discapacidad. Desde el siglo XV hasta el XX la cosa no evolucionó demasiado, pero cambiaron muchos conceptos gracias a la ciencia. Hoy te invito a conocer a Aaron Fotheringham, una “persona diferente” (nació con espina bífida) a la que habrían tirado por un barranco, demonizado o encerrado en un gueto. Éste no necesita que le tiren. Es capaz de hacer un mortal en silla de ruedas.
Vamos, que menos mal que hemos nacido en el siglo XX, en el que podemos volar a voluntad. No te parece.
Un abrazo
Salud
Felipe CartasLa sensibilidad social hacia la discapacidad ha seguido un camino tortuoso y, por lo general, muy penoso para los discapacitados. Normalmente la visión sobre la discapacidad siempre ha sido referida en términos discriminatorios y sin embargo, es consustancial y existe desde la aparición del hombre sobre la Tierra.
En la prehistoria, a medida que las distintas tribus y agrupaciones humanas se movilizaban buscando mejores cotos de caza y después mejores tierras para sus cultivos, los discapacitados que se originaban en accidentes, luchas, cazas o por enfermedades, eran abandonados a su suerte para no entorpecer los desplazamientos del resto de la tribu.
En la Grecia antigua, hace 2.400 años, Esparta practicaba una rígida eugenesia. Nada más nacer, el niño espartano era examinado por una comisión de ancianos en el "Lesjé" (“Pórtico”), para determinar si era hermoso y bien formado. De no ser así, se le consideraba una boca inútil y una carga para la ciudad, llevándole a continuación al "Apótetas" (lugar de abandono), al pie del monte Taigeto, donde se le arrojaba a un barranco. No querían que en su bella y próspera sociedad existieran personas diferentes. Incluso, hasta los tiempos de la aparición de la iglesia cristiana, a fines del siglo II, el infanticidio se aceptaba como una práctica normal para deshacerse de aquellos miembros “no válidos” para la sociedad.
Al paso de los años esta visión fue transformándose, pero sin embargo mantenía una perspectiva maligna sobre las personas “anómalas”, atribuyéndoles durante muchos siglos, causas sobrenaturales (posesiones endemoniadas) para justificar o comprender a estos “seres distintos”. Se les practicaban rituales exorcistas o de sanación espiritual. Mientras tanto, la medicina aún no podía dar referentes científicos acerca de sus patologías.
Durante la Edad Media, la discapacidad era entendida como producto de una posesión demoníaca y consecuentemente, las personas con discapacidad eran quemadas, asesinadas o encerradas. En Francia proliferaron verdaderas fortalezas y ciudades amuralladas en donde se guardaban y escondían a centenares de personas con diferentes tipos de discapacidad. Existen numerosos testimonios artísticos y literarios que corroboran este sentimiento social.
En el siglo XIV, los bebés nacidos con alguna deficiencia, ya fuera física, sensorial o mental, como la sordera, la ceguera, la polio o cualquier otra parálisis física, eran confinados a grandes encierros, en los que eran exhibidos los fines de semana, a manera de espectáculo circense o de gran zoológico. La discapacidad se concibe como una consecuencia divina, un castigo de Dios frente al cual había que resignarse. De esta forma las familias podían divertirse y a la vez, manejando la consciencia social, rectificarían los actos cometidos en el pasado. Se consideraban estos “monstruos” o “fenómenos” como la más grande señal de un castigo enviado por Dios. Los niños y niñas se mantenían ocultos de la sociedad.
El próximo día te contaré más antecedentes históricos de la discapacidad. Desde el siglo XV hasta el XX la cosa no evolucionó demasiado, pero cambiaron muchos conceptos gracias a la ciencia. Hoy te invito a conocer a Aaron Fotheringham, una “persona diferente” (nació con espina bífida) a la que habrían tirado por un barranco, demonizado o encerrado en un gueto. Éste no necesita que le tiren. Es capaz de hacer un mortal en silla de ruedas.
Vamos, que menos mal que hemos nacido en el siglo XX, en el que podemos volar a voluntad. No te parece.
Un abrazo
Salud
http://www.youtube.com/watch?v=emTSbIGbcuU
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capítulo I
http://cadalsovive.blogspot.com/2010/06/todos-tienen-que-tener-las-mismas.html
capítulo II
http://cadalsovive.blogspot.com/search/label/todos%20tienen%20que%20tener%20las20mismas%20oportunidades.
La madre que lo parió al Aaron y su silla de ruedas....eso si es querer vivir... aunque tienes la impresión viendo sus vídeos de todo lo contrario...
ResponderEliminarun abrazo Felipe