Fiestas y tradiciones en Cadalso
EL DÍA DEL "GALLITO"
22 de diciembre
Aquella noche al menos tenía un motivo para no dormir. Me levantaba antes de lo habitual y desayunaba sopas de pan con leche disuelto todo en un grueso tazón blanco de barro. Mi madre me vestía encaramado yo sobre una silla y junto a la chimenea encendida; desde allí podía divisar a través de la ventana si pasaba el niño que, a diario y antes de ir a la escuela, repartía leche con sus lecheras de aluminio. Mi madre me ponía la indumentaria de domingo y me peinaba con la raya al lado izquierdo. Y así, tan guapo (al menos eso decía ella), salía a la calle desafiando al frío que, por efecto de la ilusión, aquella mañana no lo notaba tanto y eso que, como siempre, las calles estaban heladas y de los tejados pendían gruesos -y afilados- carámbanos de hielo.
El día del "gallito" todos los chavales llegábamos pronto a la escuela, incluidos los "novilleros", que, exceptuando esa fecha, jamás asistían a clase. Éramos crueles con ellos -los niños casi siempre lo son- y les cantábamos aquello de: "¡A barruntao el gallito... A barruntao el gallito..!", que tiempo después pasó a ser: "¡A rebuznao el gallito..!" Ellos lo padecían resignados porque el fin bien justificaba los cánticos hirientes.
Mis hermanos Nati y Justo el día del gallito...
Esa jornada era la fecha más esperada y bonita de todo el curso y además se iniciaban las vacaciones de Navidad. Sobre las 11 h. de la mañana aparecían las fuerzas vivas de la localidad encabezadas por el Sr. Alcalde. Don Enrique, a la sazón director del Grupo Escolar Carlos Ruiz, acompañado por el resto de los maestros (D. Eugenio, D. Manolo, D. Luis... que antes que a nosotros -algunos de ellos- dieron clase a nuestros desconcertados padres) los saludaban ceremoniosamente y pasaban todos juntos a la clase de tercero, allí se situaban delante de la pizarra; a su derecha quedaba la mesa del maestro, a su izquierda la estufa de leña y arriba, presidiendo todo, las fotografías de rigor (todo lo estoy viendo ahora). Los niños nos levantábamos respetuosamente y al poco íbamos desfilando satisfechos ante ellos para que nos entregaran el libro y el "gallito", en aquel momento no existía en nuestras vidas nada más importante y, por eso, al recibirlo musitábamos un "¡Gracias!" entrecortado por los nervios y la emoción.
Al salir del colegio con nuestro pequeño tesoro las calles se inundaban con voces gozosas: -"¿Cómo es el tuyo?"- y comenzábamos a recorrer las casas de los familiares, vecinos y amigos mostrando el libro que servía de reclamo para recibir el aguinaldo en forma de perras gordas, dos reales con agujero e, incluso, alguna que otra peseta. Monedas que los mayores habían ido cambiando poco a poco en las tiendas de coloniales de Emiliano y Sinfo.
Cuando regresaba a casa lo primero que hacía era forrar el libro para distinguirlo de la enciclopedia que permanecería, ya para siempre, sin forro. El "gallito" quedaba incólume hasta que llegaba mi padre del campo, yo entonces se lo ofrecía ritualmente; él, después de simular un mordisco, me lo devolvía con una suave sonrisa para que me lo comiera. Todos los años al despertar ese día me lo decía: -"¿Me guardarás el gallito, no?". Mi padre murió una tarde de agosto y esa simbólica costumbre la recogió mi hermano pequeño, Jose. Cada nochevieja, cuando regresaba yo del extranjero, él me daba duro, pero blando de ternura, aquél mazapán que amorosamente reposaba sobre una pequeña taza blanca con líneas onduladas rojas esperando mi vuelta a casa. Y es que, paulatinamente, los cadalseños vamos recogiendo de unos a otros ese "gallito" que nos transmite el amor a nuestra tierra y nuestras gentes.
Hoy, una vez más, mis recuerdos son la prueba de que he vivido y filtrándome por ellos vivo de nuevo aquel tiempo irrepetible y feliz.
escritor galardonado
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¡Bien por el "ha barruntao el gallito"!
ResponderEliminarAquella bajada de la calle San Antón a ritmo del "Ha Barruntao"… no nos saldrá de la memoria ni que nos borren el disco duro.
Gracias Miguel. Refrescar el recuerdo es gratificante.
¡Era la época! Todo se volvía "barruntar" algo. Ahora se compra, se posee, se tiene... Antes "barruntábamos las cosas que era tanto como alimentar nuestra imaginación desbordante.
ResponderEliminarPor eso hasta nos comíamos la "h" para llegar antes. Niños Cadalseños: ¡¡¡Es el Día del Gallito!!! Disfrutarlo. Sed Felices. Pedir aguinaldo. Pero, por favor, no os lo comáis entero, guardarnos un trozo. Y contarnos cómo os lo habéis pasado...
Miguel
Qué bonito Miguel y más con la sensibilidad que tú lo cuentas, qué bien conservar las tradiciones, aunque se vivan de otra manera nos hacen retroceder a unos tiempos que no sé porqué siempre parece que fueron mejores.
ResponderEliminarUn saludo
Montse
El Gallito es una de las tradiciones más bonitas con las que me he encontrado, pero se muy poco sobre ella. Me cuentan que es una tradición moderna, de 1988 pero por la historia que cuentas, parece que se remonta a muchos años atrás. Me gustaria saber el origen de la fiesta del Gallito y desde cuando se celebra en Cadalso de los Vidrios. Espero que me podais ayudar. Mucha gracias
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