Nuestro PEÓN CAMINERO....
Uno de los pocos Grandes Trabajadores para la comunidad Cadalseña......
Te quiero, sabes? Yo no podía saber cuánto te quería pero ahora sí lo sé. Sé, ahora, que te quería aquella nochevieja nevada en la que, acompañados de mi madre y de nuestro fiel perro "Mingo", me llevabas en hombros; yo jugaba a taparte los ojos con mis manitas y tú simulabas temor por si resbalabas sobre la nieve. Te quería cuando te marchabas de madrugada a trabajar y oía, "acurrucado" en la cama, un ruido dulce y suave, era tu caricia al tirador redondo y negro de la puerta; ibas a trabajar para podernos pagar una pequeña formación que tú nunca pudiste tener. Quería tus manos grandes, tu corte de pelo, tu altura, tu boina, tus albarcas de goma, tu azadón, tu sonrisa escasa y hasta tu mirada perdida y melancólica. Te quería cuando acariciabas tu cara sobre la mía diciéndome: "¿pincha la barba?" Te quise aquel día que cazabas pájaros con mi hermano Nati tras una roca, todo el paisaje estaba nevado y lucía radiante el sol. Te quise el día que amorosamente anudaste un pañuelo rojo al cuello de mi hermano Justo. Te quise la noche que nació mi hermano Jose y tú llorabas de emoción. Te quise cuando lloraste de rabia bajo un olivo por culpa de un mal compañero. Te quería las noches de Reyes cuando llenabas recipientes con cebada, paja y agua para los caballos y los camellos de los Magos, (qué ilusión! Te quería mientras labrabas tu huerto y la viña y, amorosamente, acariciabas satisfecho las plantas. Te quería cuando me decías a que especie correspondía el canto de los pájaros, el nocturno del cuco te complacía sobremanera. Te quería porque éramos humildes y soberanamente pobres pero gracias a ti nunca nos faltaron las patatas con bacalao. Te quería cuando mi abuela te recordaba y me decía como con cinco años ganaste 10 pesetas por gatear hacia una parra en la Caseta del cruce de Almorox, o aquella otra vez que ante la tardanza de mi abuelo tú le llamabas a voces en medio de la viña: “¡Padre, Padre!" Te quería cuando tomábamos cervezas en la plaza Mayor madrileña, decías que allí, por el mismo precio que en otros lugares, te daban un vaso más grande. Te quise cuando con ímprobos esfuerzos nos obsequiaste con nuestra primera televisión. Te quería cuando invariablemente te emocionabas al escuchar el pasodoble "Suspiros de España". Te quise cuando en un "puti-club", de madrugada, un camionero, sin conocerme, hablaba elogiosamente de tí. Te quería cuando un amigo mío me dijo que le hiciste un favor entrañable, ese amigo, un día de gris indeciso, murió aplastado por una piedra mientras buscaba un perrillo travieso. Te quería cuando dabas cuerda a mi reloj antes de arroparme las noches invernales. Te quiero cuando en algún lugar veo manuscritos tus números o tus letras mientras algo desconocido me va desgarrando por dentro. Te quiero las noches de invierno "rasas" y con luna llena, porque indefectiblemente decías que helaría. Te quiero cuando hace frío o hay tormenta y pienso en lo solo que estarás allí. Te quise cuando nos dimos los tres únicos besos de nuestra vida y siempre se ponían vidriosos tus ojos y a mi me ahogaba un nudo sobre la garganta. Te quiero ahora que imagino que vendrías conmigo a los toros -nunca viniste a pesar de mi insistencia-, y me consuelo pensando que siempre que me emociono en la plaza tú estás a mi lado y, a la salida, para celebrarlo, tomaremos unas cervezas. Te quise cuando en aquellos años de sequía me escribías a Argelia y me decías que los pajarillos se morían de sed por las cunetas. Te quería cuando venía de Argel y eras la persona que más deseos tenía de ver. Te quiero cuando estoy apacible en mi casa y pienso en tu satisfacción si la hubieras conocido. Te quiero al mirar a mis hijos, que no llegaste a conocer, el chico se llama Miguel, como homenaje tuyo, la chica, Berta, es un regalo que a ti se te negó por tres veces. Te quiero cuando hablo de ti con Paloma y compruebo cómo ella te admiraba. Te quiero al llegar cada estación del año y no tengo las sensaciones que yo intuía te provocaban sus cambios. Te quiero porque nunca llegué a invitarte a comer en cualquier casa de comidas de Madrid. Te quiero cada vez que hablo por teléfono y recuerdo tu voz entrecortada. Te quería cuando hablabas bien de mí a la gente sin yo saberlo. Te he querido con la pasión de hijo y amigo cuando al ganar mis poquitas batallas, no culminadas debido a tu ausencia, han compensado mis grandes derrotas: las derrotas eran mías, las victorias tuyas. Te quiero porque formas parte eterna de mi arsenal de mitos y leyendas. Te quiero porque eres mi amigo más fiel y aflora en mí todo ese amor que antes no te manifesté. Te quiero porque he querido tanto, sin saberlo sus destinatarios por temor a no ser correspondido, que me vengo contigo queriéndote desgarradamente y sin solución. Te quiero al arrepentirme por no haberte abrazado tantas veces que ya no volverán. Te quiero cuando recuerdo las veces que, por ingenuidad de crío, te negué inconscientemente. Te quise cuando vi llorar desconsoladamente a un hombre frente a tu tumba. Te quise al llegar a casa con mi primera cesta de Navidad y os llamaba a mi madre y a ti: “¡Mirad, mirad lo que traigo!", aquello era un tesoro de cariño y satisfacción. Te quise aquella noche festiva de Cadalso en la que, un poco alegre y venciendo mi timidez, te dije que te admiraba, (qué mueca más bonita se reflejó en tu cara! Te quiero porque ya nada es igual a lo que tú imaginabas de pequeño. Te quiero porque siempre me enseñaste a ser fiel a nuestros principios humildes. Te quiero porque no vengo de tu muerte, voy a tu vida.
Tu hijo,
Miguel MORENO GONZALEZ
Uno de los pocos Grandes Trabajadores para la comunidad Cadalseña......
Su hijo y amigo mio le quiere dar
su pequeño-gran homenaje....
su pequeño-gran homenaje....
nosotros desde aquí "cadalsovive" le nombramos capataz de honor
porque desde que nos abandono hace años...
las cunetas no son las mismas...
* * * * * * * *
Lo que un hijo le dice a su padre........
PADRE:
Tengo unos deseos irrefrenables de hablar contigo. Han pasado muchos años desde tu muerte y cada día te echo más de menos. Tu vacío es imposible ocuparlo y siento que te quiero como antes nunca lo hice. Te añoro más por todo lo que dejé de convivir contigo que por lo poco que al final vivimos juntos, no pude ofrecerte todo el cariño que guardaba para tí y que ahora me desborda saliendo a borbotones de mi corazón.
Tengo unos deseos irrefrenables de hablar contigo. Han pasado muchos años desde tu muerte y cada día te echo más de menos. Tu vacío es imposible ocuparlo y siento que te quiero como antes nunca lo hice. Te añoro más por todo lo que dejé de convivir contigo que por lo poco que al final vivimos juntos, no pude ofrecerte todo el cariño que guardaba para tí y que ahora me desborda saliendo a borbotones de mi corazón.
Te quiero, sabes? Yo no podía saber cuánto te quería pero ahora sí lo sé. Sé, ahora, que te quería aquella nochevieja nevada en la que, acompañados de mi madre y de nuestro fiel perro "Mingo", me llevabas en hombros; yo jugaba a taparte los ojos con mis manitas y tú simulabas temor por si resbalabas sobre la nieve. Te quería cuando te marchabas de madrugada a trabajar y oía, "acurrucado" en la cama, un ruido dulce y suave, era tu caricia al tirador redondo y negro de la puerta; ibas a trabajar para podernos pagar una pequeña formación que tú nunca pudiste tener. Quería tus manos grandes, tu corte de pelo, tu altura, tu boina, tus albarcas de goma, tu azadón, tu sonrisa escasa y hasta tu mirada perdida y melancólica. Te quería cuando acariciabas tu cara sobre la mía diciéndome: "¿pincha la barba?" Te quise aquel día que cazabas pájaros con mi hermano Nati tras una roca, todo el paisaje estaba nevado y lucía radiante el sol. Te quise el día que amorosamente anudaste un pañuelo rojo al cuello de mi hermano Justo. Te quise la noche que nació mi hermano Jose y tú llorabas de emoción. Te quise cuando lloraste de rabia bajo un olivo por culpa de un mal compañero. Te quería las noches de Reyes cuando llenabas recipientes con cebada, paja y agua para los caballos y los camellos de los Magos, (qué ilusión! Te quería mientras labrabas tu huerto y la viña y, amorosamente, acariciabas satisfecho las plantas. Te quería cuando me decías a que especie correspondía el canto de los pájaros, el nocturno del cuco te complacía sobremanera. Te quería porque éramos humildes y soberanamente pobres pero gracias a ti nunca nos faltaron las patatas con bacalao. Te quería cuando mi abuela te recordaba y me decía como con cinco años ganaste 10 pesetas por gatear hacia una parra en la Caseta del cruce de Almorox, o aquella otra vez que ante la tardanza de mi abuelo tú le llamabas a voces en medio de la viña: “¡Padre, Padre!" Te quería cuando tomábamos cervezas en la plaza Mayor madrileña, decías que allí, por el mismo precio que en otros lugares, te daban un vaso más grande. Te quise cuando con ímprobos esfuerzos nos obsequiaste con nuestra primera televisión. Te quería cuando invariablemente te emocionabas al escuchar el pasodoble "Suspiros de España". Te quise cuando en un "puti-club", de madrugada, un camionero, sin conocerme, hablaba elogiosamente de tí. Te quería cuando un amigo mío me dijo que le hiciste un favor entrañable, ese amigo, un día de gris indeciso, murió aplastado por una piedra mientras buscaba un perrillo travieso. Te quería cuando dabas cuerda a mi reloj antes de arroparme las noches invernales. Te quiero cuando en algún lugar veo manuscritos tus números o tus letras mientras algo desconocido me va desgarrando por dentro. Te quiero las noches de invierno "rasas" y con luna llena, porque indefectiblemente decías que helaría. Te quiero cuando hace frío o hay tormenta y pienso en lo solo que estarás allí. Te quise cuando nos dimos los tres únicos besos de nuestra vida y siempre se ponían vidriosos tus ojos y a mi me ahogaba un nudo sobre la garganta. Te quiero ahora que imagino que vendrías conmigo a los toros -nunca viniste a pesar de mi insistencia-, y me consuelo pensando que siempre que me emociono en la plaza tú estás a mi lado y, a la salida, para celebrarlo, tomaremos unas cervezas. Te quise cuando en aquellos años de sequía me escribías a Argelia y me decías que los pajarillos se morían de sed por las cunetas. Te quería cuando venía de Argel y eras la persona que más deseos tenía de ver. Te quiero cuando estoy apacible en mi casa y pienso en tu satisfacción si la hubieras conocido. Te quiero al mirar a mis hijos, que no llegaste a conocer, el chico se llama Miguel, como homenaje tuyo, la chica, Berta, es un regalo que a ti se te negó por tres veces. Te quiero cuando hablo de ti con Paloma y compruebo cómo ella te admiraba. Te quiero al llegar cada estación del año y no tengo las sensaciones que yo intuía te provocaban sus cambios. Te quiero porque nunca llegué a invitarte a comer en cualquier casa de comidas de Madrid. Te quiero cada vez que hablo por teléfono y recuerdo tu voz entrecortada. Te quería cuando hablabas bien de mí a la gente sin yo saberlo. Te he querido con la pasión de hijo y amigo cuando al ganar mis poquitas batallas, no culminadas debido a tu ausencia, han compensado mis grandes derrotas: las derrotas eran mías, las victorias tuyas. Te quiero porque formas parte eterna de mi arsenal de mitos y leyendas. Te quiero porque eres mi amigo más fiel y aflora en mí todo ese amor que antes no te manifesté. Te quiero porque he querido tanto, sin saberlo sus destinatarios por temor a no ser correspondido, que me vengo contigo queriéndote desgarradamente y sin solución. Te quiero al arrepentirme por no haberte abrazado tantas veces que ya no volverán. Te quiero cuando recuerdo las veces que, por ingenuidad de crío, te negué inconscientemente. Te quise cuando vi llorar desconsoladamente a un hombre frente a tu tumba. Te quise al llegar a casa con mi primera cesta de Navidad y os llamaba a mi madre y a ti: “¡Mirad, mirad lo que traigo!", aquello era un tesoro de cariño y satisfacción. Te quise aquella noche festiva de Cadalso en la que, un poco alegre y venciendo mi timidez, te dije que te admiraba, (qué mueca más bonita se reflejó en tu cara! Te quiero porque ya nada es igual a lo que tú imaginabas de pequeño. Te quiero porque siempre me enseñaste a ser fiel a nuestros principios humildes. Te quiero porque no vengo de tu muerte, voy a tu vida.
Tu hijo,
Miguel MORENO GONZALEZ
Va por tí caminero..........¡¡¡¡¡¡¡
Miguel conocí a tu padre y reconozco que fué y es SERÁ SIEMPRE UN GRAN HOMBRE y como decÍs en este vuestro blog , UN HOMBRE BUENO Y ADEMAS MUY TRABAJADOR...
ResponderEliminarme haces llorar con tu escrito y soy hombre de poca lágrima, porque yo nunca le dí a mi padre un homenaje tan bonito como tu al tuyo, pero como coinciden en muchas cosas tu padre y el mÍo, valga este para los dos...
un abrazo Sr. TARANGA....¡
Quiero deciros que desde que este blog está funcionando para vosotros, este reportaje es el que más agusto estoy haciendo....
ResponderEliminar¿De dónde leches has sacado esos emblemas? Estoy intrigadísimo. En un par de horas has preparado todo de forma tan brillante y emotiva. ¡Es increible! ¿Y que luego nos hablen de Obama y compañía teniendote a ti en Cadalso?
ResponderEliminarCarlos: Es difícil decirte con palabras todo lo hermoso que has
ResponderEliminargenerado en mi corazón.
Gracias.
Asunto: Re: Jornaleros
>¿Qué te parece como homenaje a tantos
>jornaleros y hombres de bien de
>Cadalso?
>
me emociona verte dar este homenaje a tu
padre, un abrazo Miguel
Miguel es muy emotivo lo que has escrito, quién no ha sentido eso por un padre? el mío en su lecho de muerte me espero a que viniera al hospital para poder despedirse, yo cuando llegué a su habitación le díje: Vete tranquilo que ya estoy aquí, y en un par de minutos se fué en mis brazos, ¿Cómo puede ser que algo triste sea algo tan bonito a la vez? Almenos nos quedan las madres y me temo que para mi el día que se vaya va a ser horroroso,... Felicidades por tu escrito, créo que nos ha llegado a todos al alma, un abrazo amigo
ResponderEliminarJosé Julián Frontal
Impresionante, precioso, emocionante,... La voz desnuda de los sentimientos, un "derroche" de AMOR de un hijo a su padre, una Elegía del Alma, un ejemplo de alguien Ejemplar que, "desgarradaoramente", se "confiesa" con su "Ejemplo y modelo Vital".
ResponderEliminarGracias por enseñarnos a ver, no sólo a mirar.
Un abrazo. Balta
Como ya comente en otra ocasión y en otro lugar, tuve la gran satisfacción de poder disfrutar de los besos y abrazos de mi padre, y de mi madre, así como ellos de los mios y aun así te comprendo Miguel. Te comprendo por que los dos se me fueron demasiado pronto, siento como en mi interior me faltan sus consejos, besos e incluso sus reproches cuando hacia las cosas mal.Miguel, quiero hacer mio tu homenaje, porque apesar de todo lo dicho siempre fue poco lo que les dí y demasiado lo que recibí. Gracias, como siempre, por volver a emocionarme.
ResponderEliminarAlberto Ayuso.
Recuerdo el tesón de su trabajo callado: no dejó crecer una mala hierba en las cunetas.
ResponderEliminarCuando se escribe con hermosas palabras, de forma tan íntima, desnudo de pudores y apuntando directamente al centro del corazón del lector, lo único que puede ocurrir es que las emociones se desborden.
Enhorabuena Miguel.
Cadahalseño
Miguel ,ya se de que familia eres,he visto la foto de tu padre,y yo les conozco a todos los tuyos,una familia estupenda,tanto la familia de tu madre como la de tu padre,yo cuando estaba en el pueblo tenia muy buena relacion con ellos.Me ha emocionado,este homenaje que haces a tu padre,demuestra lo buen hijo que has sido,y lo buena persona que eres...Un saludo Juany desde Alicante
ResponderEliminarMe gustan estos homenajes. Hacían un gran trabajo. Para saber más sobre las casillas de peones camineros y toda su historia desde su creación. Podéis conocerla en esta web: https://www.casillasdepeonescamineros.es/
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Eres digno hijo de tu padre.
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