COMANDO G,
UNA 'COOPERATIVA' ORIGINAL
Superhéroes de Gredos
LUIS GUTIÉRREZ
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De izqda. a dcha., Fernando García, Daniel G. Jiménez-Landi y Marc Isart. ESTANIS NÚÑEZ
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Dejemos las cosas bien claras desde el principio: Comando G es, junto al
del Equipo Navazos, el proyecto vitivinícola español que más nos ha
excitado en los últimos años. No es que nos gusten los vinos, es que nos
emocionan. Nos gusta el estilo, la frescura, la informalidad, el
descaro y la naturalidad del proyecto, sus vinos, sus etiquetas y sus
integrantes. Una de esas bodegas que puedes recomendar a todo el mundo y
nunca defraudan, y encima ¡que sean de Madrid! Bueno, de Madrid y de
Ávila, que para este cronista (nacido en Ávila y habitante de Madrid) va
ni que al pelo…
Hace tiempo que teníamos pendiente hablarles de ellos, pero por una u
otra razón, nos hemos ido retrasando. Ya saben, a las personas a menudo
nos cuesta hacer las cosas que son realmente importantes. Comando G es
un proyecto joven, de gente joven que trabaja con la garnacha de la
Sierra de Gredos. Sus vinos son frescos, bien hechos, agradables,
elegantes y con una imagen joven y desenfadada. Lo que una buena parte
del mercado, harta de vinos sobreextraídos y cargados de madera, está
deseando. Así que se juntan el hambre con las ganas de comer. Éxito
asegurado. Comando Garnacha Comando
G era el nombre popular de una serie de dibujos animados japoneses que
se emitían en aquellos tiempos en que sólo estaban TVE o la Primera y el
UHF, que empezaba a llamarse TVE-2. Por aquel entonces, los años 80,
todo el mundo veía lo mismo y todo el mundo conocía, hablaba de, y
jugaba a lo que ponían en la tele. Así que las series, y los concursos,
el Un, Dos, Tres, Falcon Crest, Dallas, Mazinger Z, Comando G o La Bola
de Cristal, marcaron a toda una generación. En la tele el Comando G
relataba las aventuras de cinco jóvenes defendiendo a la tierra de las
amenazas del espacio exterior ¡Ah! Y por si no se acordaban, la música
en la versión española… ¡era de Parchís! En este caso
el Comando G es el Comando Garnacha, cuya misión es elaborar el mejor
vino de garnacha ¡del mundo! Tres jóvenes amigos, que trabajan en
distintas bodegas, y que montaron este proyecto por afición. La familia
de Marc Isart se vino hace años desde Cataluña a trabajar en la zona de
Madrid. A él le interesaba el vino y se encontró estudiando enología y
viticultura cuando conoció a los madrileños Daniel Gómez Jiménez-Landi y
Fernando García en el máster de enología de la Universidad Politécnica
de Madrid. Corría el año 2005. Daniel había arrancado en Méntrida una
bodega con el viñedo, el apellido y la casa familiar. Fernando pondría
en marcha el proyecto de Bodega Marañones y Marc llegó a través de Raul
Pérez a Bernabeleva. Todos trabajan ya con garnachas de la Sierra de
Gredos, y sus vinos y bodegas han dado un empujón grande a la zona. Pero
los tres querían hacer algo juntos, un proyecto personal. Fue así como
en 2008 nació Comando G. Es un proyecto pequeño, de
unas 15.000 a 20.000 botellas al año, centrado en la calidad, ya que la
cantidad la dictan los viñedos. Su uva es la garnacha, que
contrariamente a la imagen habitual, en sus manos tiene una inusual
elegancia, en un estilo no del todo ajeno a la Borgoña, una zona que,
como a tantos otros, les inspira. Hablamos de viñas viejas que hay que
trabajar bastante, muchas de ellas necesitan una recuperación pues han
estado mal cuidadas hasta que llegan a sus manos y empiezan a labrarlas,
producen poca cantidad y no son aptas para grandes producciones. Tras
mucho intentarlo por fin pudimos cuadrar una fecha en la que todos
pudiéramos ir a ver las viñas, probar los vinos y charlar
tranquilamente. Y la verdad es que la espera mereció la pena; hicimos
una de las visitas más interesantes y diferentes que recordemos jamás.
No es que la bodega no sea importante, es que de momento no la tienen
(aunque están en ello), y elaboran y crían sus vinos en las
instalaciones de Jiménez-Landi, Marañones o Bernabeleva según convenga o
sea posible. Así que lo único que podíamos hacer era ir al viñedo. Para
ello fuimos visitando cada uno de los pueblos, viendo el paisaje, las
características de la viña, del terreno… Habían llevado una mesita
plegable, una caja de copas, una neverita para el vino (era junio y
pegaba bien) y en cada uno de ellos la montaban para catar el vino
correspondiente. Vimos el paisaje y cómo se transmitía en la copa.
Disfrutamos las características e idiosincrasias de cada viñedo. Si en
uno nos encontramos con el que ara la viña con su caballo y compartimos
el almuerzo de un trozo de pan y chorizo con el jugo de las viñas, a la
hora de la comida buscamos la sombra de unos árboles e hicimos un
auténtico picnic. No hay mejor manera de entender un vino… Corazón de Gredos, filosofía borgoñona
Al
igual que en sus proyectos individuales, quieren a dar a conocer la
personalidad de cada uno de los pueblos de la Sierra de Gredos,
siguiendo una filosofía eminentemente borgoñona. Trabajan en tres
pueblos, que producen vinos de características diferentes y que aparecen
nombrados en las etiquetas de sus vinos. Cadalso de los Vidrios, de
donde elaboran La Bruja Avería, Las Rozas de Puerto Real, cuna de Las
Umbrías, ambos en Madrid, y ya en la provincia de Ávila en Navarrevisca,
en un viñedo espectacular situado a unos 1.200 metros de altitud del
que sacan unas dos barricas de un nuevo vino (1.000 botellas, primera
cosecha 2010) que denominan Rumbo al Norte. Decimos "de momento" porque
andan siempre a la búsqueda de nuevos viñedos singulares, y de hecho ya
están haciendo pruebas con algunas otras viñas y dependiendo de cómo
vayan puede que en dos o tres años saquen ya al mercado el vino de
alguna de estas parcelas. Eso esperamos, porque lo que pudimos probar
estaba de muerte. Pero veamos en detalle… Cadalso de
los Vidrios es prácticamente el último municipio de Madrid por el
suroeste, limítrofe con las provincias de Toledo y Ávila. Es un pueblo
de unos 3.000 habitantes, con cierta importancia histórica en la
comarca. Tiene también tradición vinícola, con su cooperativa creada en
1956. El suelo, al igual que ocurre en la práctica totalidad de la zona
de Gredos, es de granito, y aquí hay varias canteras dedicadas a su
explotación. Tienen viñedo en dos zonas diferentes, una que llaman
terrazas, a unos 900 metros de altitud, rodeada de árboles y de monte
bajo, media hectárea de viñas muy viejas, de unos 80 años. El suelo
tiene bastante arena granítica. Cuando llegamos ya estaba empezando a
hacer calor, y estaban terminando de arar con el caballo, pues es algo
que comienza muy temprano, antes de que suba la temperatura. En
los barrancos, un poco más bajo, a 840 metros –esto de llevar un
altímetro en el iPhone ¡es la pera! – hay unas 2 hectáreas de viñas
también viejas (por supuesto todo en vaso) aunque un poco menos, y la
misma orientación este. Aquí entre la arena se ve más piedra granítica.
No es ésta la única zona en la que se utilizan viejos somieres para
cerrar las fincas a modo de puerta (o antiguas bañeras para dar de beber
al ganado). Algunos de ellos, principalmente los antiguos de verdad,
son realmente curiosos, bonitos, e incluso artísticos. Aquí, en este
viñedo, hay uno de ésos. Para La Bruja Avería, el
vino que representa la juventud, la fruta, la chispa, el desenfado,
fermentan y crían las dos fincas por separado y hacen el ensamblaje
antes del embotellado. Es un vino directo, fácil de comprender, pero a
la vez no es un vino banal. Tiene piedras, frambuesas y flores. Es
alegre pero serio, con una textura sedosa. Las fermentaciones y crianzas
son en tinas de madera de diferentes tamaños, en general usada,
evitando el aporte aromático de la madera, y con levaduras autóctonas.
Hacen unas maceraciones suaves (infusión, lo llaman), pues no quieren
una fuerte extracción. De este vino hacen ahora más de 10.000 botellas,
que representa su volumen más grande. En concreto el 2011, que está
ahora mismo en el mercado, eran dos tinos de 3.000 litros, uno de 4.500 y
dos barricas. Una primera aproximación a la garnacha de la zona. ¿Y
esto de La Bruja Avería? Los tres 'comandantes' nacieron en los 70 y
crecieron en los 80 viendo los dibujos de Comando G y La Bola de
Cristal, una serie de televisión presentada por Alaska que se convirtió
en una especie de culto en la época, escaparate de la transición y la
movida madrileña. Si los dibujos japoneses dieron nombre al grupo, La
Bruja Avería, uno de los personajes de Los Electroduendes de La Bola de
Cristal, lo hizo con su primer vino. Para La Bruja Avería tienen seis
etiquetas diferentes todas ellas con la bruja sujetando una copa de vino
tinto (¡faltaría más!) de distintos y llamativos colores, así que si se
compran una caja de doce, tendrá dos botellas con cada una de las
etiquetas. Un toque original. Las Umbrías, sutil y misterioso; Rumbo al Norte, el lado frío
Las
Rozas de Puerto Real linda con Cadalso de los Vidrios (está a escasos 6
kilómetros), y es el pueblo más occidental de la provincia de Madrid.
Se trata de una pequeña población –de apenas 500 habitantes– a casi 900
metros sobre el nivel del mar, que cuenta con poco viñedo. Pero los
chicos de Comando G han encontrado en él una viña realmente diferente.
Aquí tienen media hectárea de viñedo situado a 1.000 metros de altitud,
en una zona de difícil acceso, rodeado por enormes rocas, con árboles,
en una zona de luces y sombras. Es curioso que alguien pensara en
plantar viña en un sitio así. De ahí el nombre que han elegido para su
vino, Las Umbrías. El suelo es granítico con arenas y
arcillas en superficie, la orientación del viñedo es hacia el este. Las
uvas las vendimian en octubre, y la fermentación es en barricas
abiertas de 500 litros, con levaduras autóctonas y maceraciones suaves, y
una crianza posterior de un año. La producción es muy limitada, en 2010
sólo dio para unas 1.000 botellas. Las Umbrías es posiblemente el más
misterioso, frágil y enigmático de sus vinos. Siempre con muy poco
color, sutil y elegante, con una gran acidez en la boca, con una nota
aguda de fresa ácida. Es un vino de añada fría, de momento sólo lo han
sacado en 2008 y 2010. En la añada 2009, que fue mucho más cálida,
finalmente decidieron no sacarlo al mercado, porque realmente no era del
perfil. Navarrevisca está al sureste de la provincia
de Ávila, a unos 39 kilómetros de su capital. Es un pequeño pueblo de
montaña, situado a 1140 metros de altitud, y tiene 329 habitantes según
el censo de 2011. Aquí el clima en invierno es muy duro, con mucho frío,
hielo y nieve. Aunque esté cerca de Las Rozas de Puerto Real y de
Cadalso de los Vidrios en línea recta, para llegar allí hace falta dar
un buen rodeo, ir a El Tiemblo, pasar el pantano de El Burguillo, y
continuar por Navaluenga y Burgohondo. La hora de coche larga no te la
quita nadie. Los inviernos son fríos y en verano los días son cálidos,
pero por la noche refresca mucho, y hay cierta brisa, lo que propicia
unas maduraciones lentas de las uvas con un buen equilibrio entre azúcar
y acidez. Por eso los vinos son frescos a pesar de un grado alcohólico
elevado, 14,5% es habitual, que no se deja notar. Aquí
han encontrado un viñedo realmente único, a 1.200 metros sobre el nivel
del mar, una ladera llena de imponentes rocas de granito y un viñedo
viejo esparcido por los huecos entre las rocas que totaliza poco más de
0,3 hectáreas con orientación norte, que vendimian tardísimo por la
dificultad en alcanzar la madurez en un paraje frío y solitario, un
viñedo aislado, casi perdido, rodeado de árboles, y que da un vino
eléctrico, fino y elegante que han apodado Rumbo al Norte. Dada su
localización geográfica, administrativamente este es un Vino de la
Tierra de Castilla-León. En todo lo demás es un vino de la Sierra de
Gredos, como el resto. En su debut en 2010, de uvas
vendimiadas el 20 de octubre, es pálido de color cereza, con una
explosión de flores en la nariz, muy elegante, y una combinación de
frutos rojos y hierbas mediterráneas, con una nota muy clara de naranja
sanguina. En la boca es ligero pero a la vez tiene peso, es crujiente,
con una columna vertebral ácida, sabroso, casi salino y con recuerdos de
esas piedras de granito cuando les llueve encima. Un vino emocionante,
pura elegancia, un vino ejemplar. De alguna manera nos hace pensar en
Musigny… La producción ronda también las 1.000
botellas y comparte estilo de etiqueta Las Umbrías, ambos llevan unas
ilustraciones muy simpáticas de Ágata Gil. En Las Umbrías aparecen ellos
(aunque no lo parezca) y la señorita garnacha, y en Rumbo al Norte un
señor navegando en un barquito de papel entre un mar de viñas. Lástima
de lo limitado de la producción y de los altos precios de estos dos
vinos, porque son realmente excepcionales y merecen ser probados,
conocidos y reconocidos. Recapitulando desde el
principio, estas son las añadas de producción de cada uno de sus vinos.
2008 la añada inaugural, fue un año fresco en la zona de Gredos, e
hicieron dos vinos: La Bruja Avería, aunque era diferente al que ahora
conocemos, de viñedos en Cenicientos, y se vendió prácticamente a
amigos, y Las Umbrías. Sin embargo 2009 fue mucho más cálido y
problemático y al final sólo sacaron al mercado La Bruja Avería. Por
suerte 2010 fue la añada con la que estaban soñando: fresca pero madura,
con acidez y equilibrio, conjugando potencia y elegancia. Con esta
cosecha debuta Rumbo al Norte, y sacan también Las Umbrías y La Bruja
Avería. Posiblemente fue con éste último con el que en el verano de 2010
se desató la locura por Comando G, y las botellas desaparecían de las
estanterías a gran velocidad. El hombre bala… ¡y La mujer cañón! Desde
el año 2010 colaboran también con el proyecto Uvas Felices del
comerciante barcelonés Quim Vila (Vila Viniteca) para quien elaboran dos
tintos, como los suyos de garnacha de viñas viejas. El Hombre Bala
(20.000 botellas) y La Mujer Cañón (2.000 botellas). Para éstos utilizan
otras viñas, en Cenicientos, en Las Rozas de Puerto Real y en Cadalso
de los Vidrios donde también tuvimos oportunidad de ver el viñedo El
Chorrillo, donde tienen 4 hectáreas de viña muy vieja, una impresionante
ladera de cepas de gruesos troncos, algunas partes son centenarias, y
hay incluso 0,3 hectáreas de cariñena. Son vinos hechos a medida, al
gusto de Vila, con un perfil un poco diferente a los vinos propios. Viendo
el paisaje probamos el vino, que tiene reminiscencias de las plantas y
las flores que vemos, aunque en su añada inicial 2010 la mitad de la
producción se crió en barricas nuevas, proporción que empieza a bajar a
partir de 2011. No se pierdan tampoco la espectacular etiqueta del
ilustrador Jordi Lafebre que muestra… ¡un hombre bala en pleno ascenso!
La Mujer Cañón es una selección más limitada que sale al mercado en
estos días. Garnacha vieja –of course!- de Cadalso, de una parcela a
unos 900 metros, en una zona muy fresca y húmeda, llena de castaños,
100% uva entera, fermentado en tino de madera, maceraciones de 40 días y
criado en barricas de 500 litros en una mezcla de madera nueva y usada.
Esto es el Comando G, en la Sierra de Gredos, a
caballo entre Madrid y Ávila. Vinos de marcada personalidad,
tradicionales y a la vez modernos, con poco color, poca madera, bastante
acidez, textura fluida, taninos finos, persistentes, elegantes y
excepcionales, que difícilmente le dejarán indiferente. Si no los han
probado ya, les instamos a que lo hagan. Los hacen unos jóvenes… ¡que
tratan de defender la tierra de las amenazas del espacio exterior!
Comando G… ¡siempre alerta está!
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Enhorabuena por vuestros vinos y gracias por la recuperación de tradiciones en Cadalso....
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