miércoles, 5 de mayo de 2010

cogido de aquí y allá...


Una vecina de Santa María de la Nuez "adopta" a cinco jabatos

Ana Giral cuida desde febrero a los animales, cuya madre murió en en una cacería

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Ana Giral Arcas, vecina de Santa María de la Nuez, pueblecito del Biello Sobrarbe en el que se asienta el santuario del mismo nombre, cuida desde el 7 de febrero a cinco jabatos que quedaron huérfanos en una cacería. Le entregaron la camada con pocas horas de vida ("eran como conejitos", recuerda) y desde el primer día los alimentó con biberones de leche.


MONZÓN.- A punto de cumplir los tres meses, los rayones gozan de una salud de hierro, comen pienso y hierbas y es un placer verlos correr tras su protectora. "Todavía no sé qué voy a hacer, pero quiero lo mejor para ellos. Si no surge nada, los soltaré en el monte, pero en un lugar alejado de aquí, pues si no, seguro que vuelven", dice Ana.

Los cazadores que abatieron a la jabalina y encontraron al quinteto en el lugar del parto, pensaron en seguida en la joven porque, entre otras cosas, cuida corderos y cabritos sin madre. Ana resume así la experiencia: "Me gustan mucho los animales y no puedo ver morir a ninguno por falta de atención. Cuando me entregaron los rayones, preparé la misma leche que para los corderos y enseguida se engancharon a la tetina. Durante el primer mes, había que darles un biberón cada hora. Se lo tomaban y se dormían, y al cabo de ese tiempo, vuelta a empezar. Sólo estaban sin mamar por la noche. Menos mal que me ayudó mi madre"...


Si hace bueno, los jabalíes (tres hembras y dos machos) están recogidos en un vallado al aire libre, y si el cielo se encapota, Ana los encierra en una corraleta. Para llevarlos de un lugar a otro, no tiene más que abrir las puertas, susurrar "gorri, gorri" y echarse a andar, y los jabatos la siguen. Últimamente se han vuelto algo revoltosos y se "desparraman" por el entorno para jugar e investigar (los vecinos hacen la vista gorda si saltan a un campo), pero enseguida vuelven al redil de la comida segura


El Biello Sobrarbe está exultante en una primavera de aguas mil. Cualquier rincón depara una sorpresa de vegetación (el verde de los campos impresiona) y fauna (rapaces, zorros, conejos…), pero ninguna se asemeja al cuadro de Ana y sus cinco "ahijados". La joven, simpática en extremo, no quería salir en las fotos porque no desea publicidad. El periodista la convenció con la promesa de que sólo escribiría diez o doce líneas, sin embargo, una vez delante del ordenador, no resistió la tentación de contar la historia tal como la vivió. Con toda naturalidad y el mayor de los asombros.

F.J. PORQUET

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estos animales no se adaptaran bien en la naturaleza cuando los pretenda poner en libertad , porque la madre no los enseño a conseguirse la comida y buscaran al humano para comer y protegerse, quedando ellos totalmente desprotegidos... pero en fin, la buena obra esta hecha y su mente tranquila...

bien por Ana Giral.....¡

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