lunes, 18 de diciembre de 2017

esto dice la prensa especializada...


 













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Vinos de Madrid. Sí esto lo decimos hace 20 años se hubieran reído de nosotros. Bueno, creo que hay algún indocumentado que todavía lo hace. No sé si visualizan viñedos urbanos entre edificios o algo así, pero la realidad es que, como prácticamente en todos los rincones de España, ha existido un ambiente rural en los pueblos de la Comunidad. Un ambiente en el que los viñedos son parte importante y ahora, por fin, lo sabemos.
 
Recuerdo las primeras bodegas que saltaron a la luz dentro de la Denominación de Origen Vinos de Madrid. Muchas de las más conocidas plantando variedades internacionales como Cabernet Sauvignon, Merlot o Syrah. Algunas usando la omnipresente tempranillo sin llegar a resultados destacables. Creo que ya sabéis la historia: no ha sido hasta ahora, que por fin se ha visto la luz al final del túnel usando las variedades que llevan plantadas “cienes y cienes” de años como la garnacha y la albillo, cuando Madrid ha definido su personalidad e identidad, eso tan importante que es coger un vino y decir a las claras, esto es de Madrid. Lección aprendida. Variedades autóctonas. Y no porque quede guay sino porque son las más indicadas/preparadas para representar las 7 estrellas.

La Denominación de Origen está dividida en tres subzonas con una cuarta en camino. Arganda, Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias. La idea está basada en que cada una de ellas tiene sus propias características, pero a decir verdad no todas tienen ejemplos suficientemente representativos a día de hoy. Como siempre, para hablar de Vinos de Madrid yo prefiero hablar de pueblos en concreto, o incluso de vinos en particular. El propio San Martín de Valdeigleias, Chinchón, Aranjuez, Brunete,Cadalso de los Vidrios, Cenicientos, Colmenar de Oreja… etc.



Personalidad.

La espina dorsal de las variedades de Madrid son la garnacha en tinta y la albillo en blanca. Con ellas danza otro bicho raro como es la Malvar, considerada menor y de la que hay un largo camino por recorrer, ya que puede ser una uva interesante para cierto tipo de perfiles de vino. Incluso algún trabajo bienvenido con la siempre complicada tempranillo.

Pero vaya, vaya, aquí no hay playa.

Como es fácil de prever, en Madrid pega de lo lindo y eso se nota. Temperaturas algo extremas tanto en invierno como en verano. Lo que llamamos una zona calentita en toda regla. Lo que los más horteras llamarían una zona mediterránea-continental. La cuestión es, ¿y esto es malo? Los que son mas malos que la droga son los vinos de 14,5% – 15% que nos queman la garganta, así que no hay otra que enchufar el aire acondicionado de alguna manera. Viñedos en altura, suelos que aporten más frescura como el granito, uso de raspón… búsqueda de la tan importante acidez a fin de cuentas.

Ahí van 7 de los que para mi son algunos de los mejores vinos de Madrid.

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Bernabeleva. Viña bonita 2015.

Uno de los primeros en fijarse en el potencial de la zona fue, como no, Raúl Pérez. Este sí que es un autentico influencer. Junto a Bernabeleva, en San Martín de Valdeiglesias, empezaron a crear el monstruo. Garnachas viejas, viñedos en altitud y granito, mucho granito. I told you.

Pronto es Marc Isaart quien coge el relevo y la responsabilidad para ir creando cada vez más unos vinos expresivos, elegantes y transparentes en el sentido más amplio de la palabra. Viña Bonita sería por derecho su vino top. 700 metros de altitud y una garnacha de más de 80 años. Fragante y mineral a partes iguales. Huele que flipas, vamos. Muchísimos matices en la nariz de la fruta más sutilmente dulce y una largura que se desliza por el granito. Impresionante. Perfecto para comer con él. Pero ojo, no lo atosiguemos, deja que la niña bonita se ponga guapa, ella es una princesa. Unas lentejas al curry podrían conquistarla. ¡Ay! que me pongo tonto.
Vinos-de-Madrid-Bernabeleva Viña bonita 2015
Cuatro Monos Albillo 2014.

100% Albillo de Cadalso de Vidrios. De nuevo uno de esos Vinos de Madrid elaborados a 800 metros de altitud, en viñedos de 90 años. Uno de mis albillos favoritos. Muy serio, nada de folclore barato, un gran vino blanco, con señorío. Equilibrio perfecto entre la complejidad de la madurez y la frescura austera de los pueblo de Gredos. Criado en barricas usadas para terminar de redondear. Javier y compañía han hecho un vino de escuadra y cartabón, incluso de balanza digital como los camellos, todo medido y sopesado, sin excesos. Maravilloso.
vinos-de-madrid-Cuatro monos Albillo 2014
Marc Isart. La Maldición Gleba Arcilla 2014.

Vamos con un vino de la subzona de Arganda y de variedad tempranillo. El terror corre por nuestras venas. Calor, tempranillo, secarral… Ha tenido que ser Marc Isart, de nuevo, quién nos haga desaprender como ING Direct. El pueblo de Valdilecha (muy cerquita de Tielmes) es el sitio, y el nombre, La Maldición, ya lo dice todo, pues parece ser que la finca está en una ubicación absolutamente infernal. “El hombre contra el calor” como resumen del vino. Altura, raspón, no fermentación maloláctica… El demonio derrotado con un torrente de fruta roja, hierbas de monte, pulcritud e intensidad. Jugoso y con casta. Un gran tinto de tempranillo. Ojalá lo tuvieran en mi barrio para chatear en todos los bares.
vinos-de-madrid-La Maldición Gleba Arcilla 2014 Marc Isart
Finca Herrera. Bailarina Malvar 2015.

Seguimos en la subzona de Arganda, concretamente en Villarejo del Salvanés. Finca Herrera pone el escenario perfecto para esta Bailarina. Viñedos viejos de Malvar criados en depósitos de hormigón con unos cuantos meses de lías buscando volumen y cuerpo. Una variedad poco conocida y realmente poco apreciada. Aquí hay un trabajo fino y respetuoso. Flores blancas, un punto cítrico, buena frescura y algunas hierbas de monte. Sencillo, barato y con estilo. Como decían Solo los Solo, ”Baila o te mato”.
vinos-de-madrid-Finca Herrera Bailarina Malvar 2015
Bodega Marañones. Pies Descalzos 2016.

Otro de los grandes Vinos de Madrid, de los grandes albillos de Madrid, un viñedo de 0,7 hectáreas en San Martin de Valdeiglesias a 750 metros de altitud. Buscando, para mí, un claro concepto borgoñón en el vino, crianza en barricas viejas de gran capacidad. Con unos años en botella encontramos esas notas de mantequilla, grasa en la boca, muy amplio. Al mismo tiempo que es fresco y posee una mineralidad granítica que vertebra todo el vino para no hacerlo pesado en absoluto. Ideal para un pescado graso o un guiso de carne de ave, ¿con una pepitoria quizás?
vinos-de-madrid-Bodega Marañones Pies Descalzos 2016

Comando G. La mujer cañón 2015.

Uno de los pueblos con más tradición y donde posiblemente haya mejores viñedos es Cadalso de los Vidrios. Hasta la explosión reciente de las garnachas de Gredos (no solo las de Madrid) era la cooperativa el mayor valedor de estas cepas históricas. Los chicos de Comando G han sido, sin duda, uno de los resortes para hacer saltar estos vinos a los círculos más wineloveristas. Pequeñas producciones, viñedos exclusivos, muy bien puntuados por las guías de turno… Un boom en toda regla.

Así nos encontramos con los vinos más caros de la zona dentro de su portfolio. En este caso La Mujer Cañón propone una de las expresiones más finas que podemos encontrar de la garnacha. Un zumito de fruta y hierbas. Ligereza y fuerza. Flores y piedras. El ying y el yang en un vino fragante que quiere desnudarse hacía el suelo y el paisaje de las estribaciones de la sierra. Yo se lo pediría a los Reyes Magos junto a un risotto de trufas. Dinero bien disfrutado.
vinos-de-madrid-Comando G La mujer canon 2015
Carlos Sanchez. Las Bacantes 2014.

Y terminamos con otro de los mejores vinos de Madrid, de nuevo un vino de Cadalso, y otra garnacha, claro. Carlos Sánchez es el perpetrador y, a pesar de llevar pocas añadas en el mercado, su vino ya se ha hecho un hueco en los mentideros, máxime cuando te lo ponen a ciegas y ves que hay una personalidad clara y definida en él. No niego que podemos estar hartitos de tanta garnacha parecida en la zona, por eso hay que distinguir el grano de la paja. Aquí hay mucho grano, como un adolescente.

Mineral como la madre que lo pario, pero donde sobre todo destaca es en sus notas de monte bajo, ese romero, tomillo y lavanda que podemos encontrar por todas esas estribaciones de la sierra. Carlos es como las gitanas y su ramillete de romero cuando te lo ponen debajo de la nariz, ¡gipsy wine!
vinos-de-madrid-Carlos Sanchez Las Bacantes 2014

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